martes, 20 de diciembre de 2022


Esa temporada sublime

Relato


Es otro de los meses del año.  Y es de los largos, tiene treinta y un días.  A Paula no le parece más interesante que el mes en que saca sus vacaciones, tan emocionante; qué de excitantes programas puede hacer.  Rubén tiene que trabajar más en este mes, pues es el de las grandes ventas; pocos descansos tiene durante estas cuatro semanas y media; tampoco le ve el encanto que pregonan por todas partes.

El día primero se levantan con torpeza; no quieren ir al trabajo; la costumbre de quemar pólvora toda la madrugada para darle el saludo de bienvenida al dichoso mes número doce los tuvo con los ojos abiertos y las mentes rebeladas.  El gato, que se había refugiado bajo la cama, se metió bajo las cobijas y se acomodó entre ambos; intentaron calmarlo, pero de dónde saca calma el que está horrorizado; intentaron acariciarse, juntar los cuerpos, pero el sagaz animalito se las ingenió para impedirlo.

El día seis es la fiesta de Navidad de la empresa y Paula la disfruta porque hay deliciosas viandas, sirven licor sin medida y distribuyen premios que la llenan de contento.  Tiene que ahuyentar al insistente del Miguel; guardemos distancia, estoy bajo sospecha de contagio del virus.  Disculpa que le vale una invitación a retirarse, no regrese mañana hasta tener resultados de la prueba.

Rubén se la goza cuando se entera de toda la aventura y, sobre todo, del disgusto por haberse perdido el sorteo del premio grande.  Yo soy tu premio grande, y se empeña en calmarla con mimos y caricias.  Pasado el rato, salen a buscar “esos regalos que toca dar en esta época y en los que es tan difícil atinarles a las personas”.

El día 15, ya atardeciendo, viene Paula por la calle, de vuelta del trabajo, y la alcanzan unos rayos solferinos que se filtran entre las ramas de los árboles de un bosquecito.  Para en seco y se queda extasiada contemplando el espectáculo; entre tanto, se embelesa en la escucha de una suave música que no identifica y tampoco sabe de dónde proviene.  Se siente acariciada por  las hadas, sabe bien que éstas no existen, y se ve volando por encima de la zona verde hasta la fuente que anima la vía con sus mil chorrillos.  Se estrega los ojos y vuelve a la realidad: está de pies en medio del amplio andén y la gente pasa apurada por lado y lado sin prestarle atención.

En la comida, le relata a Rubén su fascinante experiencia y lo invita a encontrarse al atardecer en el mismo lugar.  Él, un tanto disgustado, le responde que sus experiencias, más realistas, son muy desagradables y le cuenta de su altercado de la mañana con la jefe, que le valió un dolor de cabeza, le hizo temer un despido y también le granjeó un disgusto con su mejor compañera de trabajo que defendía la posición de la jefe.  No tengo espíritu para buscar esas ridículas sensaciones.

Paula se levantó taciturna por la mañana, lamentando el rechazo de su pareja y preocupada por su percance en el trabajo.  Minutos después, salió Rubén, quien empezaba jornada más temprano; iba arrepentido de su tosca respuesta de la noche a su amorcito y pensando en cómo subsanar la ofensa.  Al pasar la puerta, lo acometió una bocanada de aire fresco que le produjo un cierto alivio; estaba cerrándose la abotonadura del saco cuando escuchó un canto de pájaros que le inspiraba ternura; miró hacia el árbol del frente y verificó que cuatro avecillas, posadas lado a lado en una rama, entonaban armónicamente, como el coro mejor entrenado.  No supo cuánto tiempo estuvo allí extasiado, pero sí supo que llegó tarde al trabajo con una flor en la mano para su amiga y una amplia sonrisa para la jefe que lo miraba reloj en mano.  Esta quedó desarmada y cambió su reprimenda por una solicitud de disculpas.

Saliendo de la oficina al final del día, llamó por su teléfono a Paula, encontrémonos en ese bosquecito, quiero vivir contigo esos momentos tan lindos, se tienen que repetir hoy; estoy resfriada, voy llegando a casa y no tengo fuerzas; ya me voy a cuidarte, cariño, te quiero mucho.  El aroma de la bebida aromática se sentía embriagador, las fricciones con ungüento mentolado parecían despedir música, la compañía del chico parecía la de un ángel guardián.

En la nueva mañana, salieron juntos a solicitar atención médica.  Como no iban apurados hacia el trabajo, pudieron prestar atención a las florecitas de los árboles, los mismos árboles que desconocían a diario; a los verdes prados que eran verdes todos los días; a los perritos que retozaban y los gatitos bandidos que conquistaban alturas.  De repente, todo el escenario cercano tomó un colorido asombroso, se escuchó de nuevo una melodiosa música y, al levantar la vista hacia las montañas lejanas, estas se veían envueltas en gazas blanquecinas que irradiaban un suave brillo y el cielo azul sobre ellas cambiaba a un tono intenso que inspiraba alegría.  Una suave y dulce fragancia los invadía y era imposible adivinar de donde llegaba.  Rubén abrazó con fuerza a Paula y con su boca buscó la suya; ella intentó rechazarlo, no te quiero contagiar, pero él no se retiró y después del beso ella se sintió completamente aliviada; Rubén, liberado del mal momento pasado y ambos, muy enamorados.

Decidieron no presentarse a sus trabajos y pasar todo el día juntos; que nos hagan el descuento, vale más lo que ahora sentimos y siguieron con ese encanto especial todos los días del mes, de ese enigmático mes que antes despreciaban.

domingo, 20 de noviembre de 2022


 Misión cumplida

Relato


Clarita y Julián se hicieron buenos amigos desde la noche que él apareció y la libró del acoso al que la sometían dos muchachos que la estaban siguiendo por una calle oscura.  Él simplemente le pasó un brazo por la cintura y siguió con ella al tiempo que amagaba a darles unos golpes a los pelafustanes.

Compartían mucho.  Ella lo consideraba su héroe.  El le decía soy entonces un héroe mitológico y tú eres la diosa ante quien me rindo.  Prorrumpían en risas y continuaban en lo suyo, que no eran más que inocentes entretenciones y anodinas conversaciones, en encuentros más bien casuales que concertaban cuando no se encontraban, cada uno, con sus amistades.

Un día, Clarita le pidió que le hiciera de edecán en el baile de graduación.  Él inventó cualquier disculpa y enrojeció.

Convencido Julián de que se había librado del tremendo compromiso, se despidió pronto y no volvió a llamarla por muchos días.

Clarita, con comezón en el alma, lo comentó con sus dos amigas más íntimas y ellas, que lo conocían, se comprometieron a hacerlo cambiar de opinión.  Lo buscaron cierto día a la salida de las clases y le cayeron sin piedad.

– Julián, la única que falta por pareja para el baile es Clarita y tú eres el elegido –le dijo una de ellas, sonriéndole y acariciándole los cabellos.

–Mejor le buscan un parejo que sepa bailar; yo no bailo.  Prefiero salir a buscar el Vellocino de oro.

–No puedes quedar como un asno.  Te damos un curso intensivo de danza, le sirves de edecán y te acercamos con Mónica, que sabemos que le gustas mucho –le propuso la otra, presionándole los cachetes cariñosamente con ambas manos.

–Déjenme pensarlo –dijo ruborizándose.

El baile fue esplendoroso.  La pareja que más se lució fue la de Clarita y Julián.  El beso con que la diosa premió por su hazaña al héroe, ya en privado, dio inicio a un idilio que le hacía despedir rayos y centellas a Mónica, la diosa despreciada.


miércoles, 9 de noviembre de 2022


Solo por pares

Relato

    Regresó del baño y notó que alguien estaba acostado al lado de su mujer, bien cobijado. Con los vellos de punta, encendió la luz y la vio sola, bien abrigada y plácidamente dormida. Al acostarse, sintió muy frías las sábanas y, de momento lo tomó como algo normal, pues dejó las frazadas retiradas durante los minutos que estuvo en el servicio. Se arropó bien, pasó un brazo encima de su pareja y buscó un sueño que no llegó, pues le intrigaba su reciente visión.

    Otra noche, al regresar de unas cervezas con amigos, sintió de nuevo helado su espacio en la cama, no obstante encontrarlo bien cubierto y tocar muy tibia a su amada que estaba profunda en su sueño. Demoró en dormirse, no tanto como la noche anterior, y a la mañana siguiente preguntó a su esposa si había sentido frío por la noche.

    –Nada. Bien cobijada, me sentí calientita y aun mejor cuando llegaste al poco rato.

    –Yo llegué muy tarde. ¿Te acostaste tarde?

    –No, a las nueve. Sentía mucho sueño.
    –Qué extraño.

    –¿Extraño, qué?

    –Nada.

    El martes siguiente, ella se fue a acompañar toda la noche a su mamá, que se quedaba sola. Vicente miró hasta tarde una película en la TV, degustando un vino y pasabocas; después leyó hasta que el sueño lo envió a la cama. Se levantó de madrugada al consabido deber y al regresar percibió que alguien estaba todo envuelto en las mantas.

    –Querida. ¿Por qué volviste?

    –No soy ella –le respondió una voz masculina. Apaga esa luz si quieres que hablemos. No puedes ver mi cara.

    –Ya está –dijo Vicente moviendo el interruptor y sentándose en la silla auxiliar, pues se sentía casi desmayado.

    –No me temas. Podemos hablar, ahora que ella no está.

    –¿A qué vienes? ¿Eres el mismo que la acompañaba la otra noche?

    –El mismo, y no tienes nada que temer. Ya no puedo seguir siendo su amante.

    –¿Qué dices? ¡Ella nunca ha tenido amantes! Siempre ha sido solo mía. Ya te voy a sacar de aquí a golpes –mientras se abalanzaba sobre la cama.

    Al caer sobre el extraño, este desapareció. Prendió la luz con la mano temblorosa y una voz lo compelió a apagarla de nuevo. De inmediato, notó que el oscuro cuerpo estaba sentado en la silla que él dejó un momento antes y se quedó inmóvil, no supo si por curiosidad sobre el visitante o por pura falta de energías.

    –Ella me amó mucho y vengo a visitarla con frecuencia.

    –¡No me importa! Ahora es mi mujer y nadie puede acercársele.

    –También era tu mujer cuando nos queríamos.

    –¡Mentiroso!

    –Nada ganas con alterarte. Ambos disfrutamos mucho de su dulce amor, cada uno a su modo. Ahora la tienes para tí solo; yo ya no estoy en tu mundo.

    –Estás en este mundo, puesto que hablas conmigo. Y te exijo que te vayas ya mismo y nunca vuelvas. Si no, te saco a los golpes.

    –Inténtalo como hace poco, para que veas que no estoy aquí.

    –Te propongo algo: vuelve mañana por la noche y dialogamos los tres. Ella deberá tener la entereza de reconocer su amorío.

    –No será posible. No se me permite estar con más de una persona a la vez.

    –Eso es falso: una noche estuviste con Valeria mientras yo iba al baño.

    –Sí, mientras ibas: mientras estabas ausente. Muchas veces lo he hecho, pero desaparezco cuando llegas. Mira que siempre hay dos en esta habitación, o tú con ella o ella conmigo o...

    Sí, nosotros dos, como en este momento. ¡Insulso! No quiero hablar más.

    Durmió incómodo. Más bien, se movió incómodo toda la noche, en medio de turbios pensamientos, ligeros sueños y deseos de venganza. Por la mañana, al verla entrar sonriente, se dijo que todo había sido una pesadilla, que este primor de mujer era incapaz de serle infiel.

    No pensó igual por la noche, después de un exquisito rato de sexo: se enfureció al imaginarla disfrutando más con el otro y se resolvió a irse a leer al estudio, para dar oportunidad de que la aparición la visitara y sorprenderlos in fraganti. Varias furtivas asomadas a la pieza resultaron inútiles. En la última, ella lo vio y lo llamó a su lado.

    –¿Por qué me mirabas desde la puerta? ¿Querías repetir lo que hicimos? ¡Qué tímido!

   –Dime, ¿lo disfrutas más conmigo que con él?
    –¡¿Con quién?!
    –Con Arsenio, tu amante.

    –No se llamaba así. ¡Qué feo nombre!

    –Entonces sí lo hubo. ¿Cómo se llamaba? ¿Por qué te sigue visitando todas las noches?

    –Todas las noches duermo contigo. No recibo a ningún amante.

    –¿Dónde lo hacías con él? ¿Cuándo? ¿En qué forma? ¿Por qué sigue viniendo? Muero por conocer todos los detalles.

    –Estás loco, no ha vuelto, ha pasado mucho tiempo.

    Volvió abatido al estudio, que estaba oscuro y allí lo esperaba una voz que le dijo:

    –Mi nombre es León. Siéntate sin encender la luz y te daré todos los detalles que le has pedido a Valeria.


martes, 12 de julio de 2022

SOBRE "LAS UVAS DE LA IRA"

THE GRAPES OF WRATH
John Steinbeck

Cuarta entrega



Esta novela del autor estadounidense presenta en forma magistral lo que fue la migración por la desertificación de Oklahoma en los años treinta (la “dust bowl”).  Narra ese inmenso problema social apoyándose en el éxodo de la familia Joad desde Oklahoma hasta California.


En la primera entrega presenté apartes que corresponden, principalmente, al éxodo desde Oklahoma, a través de Texas, Nuevo México y Arizona.  En la segunda, la llegada al ansiado paraíso californiano y las dolorosas decepciones, derivadas de las condiciones de explotación de la tierra por los grandes terratenientes.  En la tercera, algunos párrafos que muestran crudamente la honda diferencia entre los explotadores de la tierra y los desgraciados desposeídos por el capitalismo; los voraces métodos de los primeros y el desespero y odio que se incuba entre los últimos.


Para esta cuarta entrega, he seleccionado apartes que he encontrado poéticos o reflexivos.


The evening light was on the fields, and the cotton plants threw long shadows on the ground, and the molting willow tree threw a long shadow. 

 La luz del atardecer cubría los campos y los algodoneros proyectaban largas sombras en el suelo y larga era la sombra del sauce(…)

(Me evoca un nocturno de J. A. Silva).


A large red drop of sun lingered on the horizon and then dripped over and was gone, and the sky was brilliant over the spot where it had gone, and a torn cloud, like a bloody rag, hung over the spot of its going. 

Un amplio ocaso se regodeaba en el horizonte, luego se fue desvaneciendo, hasta que se esfumó y el cielo brillaba en el punto en que se perdió y sobre él se colgó una nube rasgada, como un jirón sangriento.


“I been sneakin’ aroun’ like a ol’ graveyard ghos’.’’ 

He estado rondando como fantasma de viejo cementerio.


THE SKY GRAYED among the stars, and the pale, late quarter-moon was insubstantial and thin. 

El cielo oscurecía entre las estrellas y la pálida media luna era frágil y fina.


The cotton field scurried with waking life, the quick flutter of morning birds feeding on the ground, the scamper over the clods of disturbed rabbits. 

El algodonal se afanaba con la vida que despertaba, el agitado revoloteo de los pájaros matutinos picoteando el suelo, la fuga presurosa de los conejos alarmados.


The quiet thudding of the men’s feet in the dust, the squeak of crushed clods under their shoes, sounded against the secret noises of the dawn. 

El sordo golpeteo de los pies humanos sobre el polvo, el crujido de los terrones destrozados bajo sus zapatos se contraponían a los secretos ruidos de la aurora. 


She moved toward him lithely, soundlessly in her bare feet, and her face was full of wonder. Her small hand felt his arm, felt the soundness of his muscles. And then her fingers went up to his cheek as a blind man’s fingers might. And her joy was nearly like sorrow. Tom pulled his underlip between his teeth and bit it. Her eyes went wonderingly to his bitten lip, and she saw the little line of blood against his teeth and the trickle of blood down his lip. 

Se acercó a él suavemente, sobre sus silenciosos pies descalzos y su rostro lleno de encanto.  Su manita palpó su mano y sintió la calma de sus músculos.  Luego, sus dedos ascendieron hasta sus mejillas, palpando como un ciego.  Y su dicha era casi pena.  Tom tomó su propio labio entre los dientes y lo mordió.  Ella dirigió los ojos con asombro al labio mordido y vio el tenue hilo rojizo entre los dientes y la sangre que manaba labio abajo.


Jus’ let me get out to California where I can pick me an orange when I want it. Or grapes. There’s a thing I ain’t never had enough of. 

Déjenme, no más, irme a California, donde pueda cogerme una naranja cuando quiera.  O uvas.  Allí hay de lo que tanto me ha faltado.


The film of evening light made the red earth lucent, so that its dimensions were deepened, so that a stone, a post, a building had greater depth and more solidity than in the daytime light;

Una capa de luz vespertina volvía reluciente la roja tierra y acentuaba sus dimensiones de tal modo que una roca, un poste, un edificio ostentaban mayor profundidad y más solidez que en el día.


The front of the gray, paintless house, facing the west, was luminous as the moon is. The gray dusty truck, in the yard before the door, stood out magically in this light, in the overdrawn perspective of a stereopticon.

El frente de la grisácea casa despintada que miraba al oeste era tan luminoso como la luna.  El sucio camión gris en el terraplén ante la puerta se erguía con la magia de esa luz como figura de estereoscopio.


“Gettin’ dark,’’ he said. “I’m gettin’ hungry. Come time we get to California I’ll have a big bunch a grapes in my han’ all the time,

Al oscurecer, decía, me va dando hambre.  Pero cuando lleguemos a California tendré siempre a la mano grandes racimos de uvas.


“You gonna die out in the fiel’ some day, Muley.’’ “I know. I thought about that. Sometimes it seems pretty lonely, an’ sometimes it seems all right, an’ sometimes it seems good. It don’t make no difference.

“Algún día vas a morir a la intemperie, Muley”.  “Yo sé.  Ya lo he pensado.  A veces lo percibo como desamparo, pero a veces me parece lo más apropiado y hasta bueno.  No veo la diferencia”. 


They moved like shadows of a cloud across the moon, into the rooms to hunt the mice. And on windy nights the doors banged, and the ragged curtains fluttered in the broken windows.

Se desplazaban como sombras de nubes sobre la luna cazando los ratones por el cuarto.  Y en las noches de viento las puertas hacían estrépito y las cortinas volaban a través de las ventanas rotas.


Listen to the motor. Listen to the wheels. Listen with your ears and with your hands on the steering wheel; listen with the palm of your hand on the gear-shift lever; listen with your feet on the floor boards. Listen to the pounding old jalopy with all your senses;

Escucha el motor, escucha las ruedas; siente la cabrilla con los oídos y las manos; siente la palanca de cambios con la palma de tu mano; siente el piso con los pies.  Escucha con todos tus sentidos la vieja caracha trepidante.


“Grampa an’ the old place, they was jus’ the same thing.’’ 

“El abuelo y el viejo recinto eran la misma cosa”.


…muscles aching to work, minds aching to create beyond the single need…

…músculos ansiosos de trabajar, mentes ansiosas de crear más allá de las necesidades…


For man, unlike any other thing organic or inorganic in the universe, grows beyond his work, walks up the stairs of his concepts, emerges ahead of his accomplishments.

Porque los hombres, distinto a cualquier otra cosa orgánica o inorgánica en el universo, crecen más allá de su trabajo, suben las escaleras de sus conceptos, surgen por encima de sus logros.


fear the time when Manself will not suffer and die for a concept, for this one quality is the foundation of Manself, and this one quality is man, distinctive in the universe.

Témele al día en que una persona no sufra y muera por una idea, porque esta mera cualidad es el fundamente de la humanidad y esta mera cualidad es el hombre, es lo que lo distingue en el universo.


Connie loosened a blanket from the load and covered himself and Rose of Sharon with it, and in the heat they struggled together, and held their breaths.

Conrad extrajo una frazada del equipaje y se cobijó junto a Rose y, en el calorcito, retozaron conteniendo el aliento.


Uncle John looked up to the sun-gold mountains, and the mountains were reflected in his eyes.

El tío John miró hacia las montañas doradas por el sol y ellas se reflejaron en sus ojos.


The eastern mountains were blue-black, and as he watched, the light stood up faintly behind them, colored at the mountain rims with a washed red, then growing colder, grayer, darker, as it went up overhead, until at a place near the western horizon it merged with pure night.

Las montañas del este eran azules oscuras y mientras las miraba la luz fue saliendo tenuemente tras ellas, coloreándose de rojo suave por los bordes y haciéndose, al subir, más fría, más gris, más oscura, hasta confundirse con la noche en el horizonte occidental.


Down in the valley the earth was the lavender-gray of dawn.

Abajo en el valle, la tierra tenía el color gris lavanda de la aurora.


The story tellers, gathering attention into their tales, spoke in great rhythms, spoke in great words because the tales were great, and the listeners became great through them.

Los relatores, atrayendo la atención a sus cuentos, hablaban con espléndido ritmo, hablaban con palabras magníficas, porque los relatos eran grandiosos y engrandecían a la gente.


“Good-by,’’ she said, and she walked quickly away. Her eyes were wet and burning, but she did not cry. Her footsteps were loud and careless on the leaves as she went through the brush.

“Adiós”, dijo ella y se fue rápidamente.  Sus ojos estaban húmedos y ardientes, pero no lloró.  Sus pasos iban fuertes y descuidados sobre la hojarasca, al atravesar el matorral.


He raised a delicately chiseled face. His eyes were deep under the ridges of his brows. His hair was blue-white and fine. A patina of silver beard covered his jaws and chin.

Levantó su cara de facciones delicadas.  Sus ojos se hundían bajo las cejas.  Sus finos cabellos eran blancos azulosos.  Una pelusilla de barba plateada se extendía por sus mandíbulas y mentón.


Man, he lives in jerks—baby born an’ a man dies, an’ that’s a jerk—gets a farm an’ loses his farm, an’ that’s a jerk. Woman, it’s all one flow, like a stream, little eddies, little waterfalls, but the river, it goes right on. 


El hombre vive entre convulsiones –cuando nace un bebé, muere un hombre, eso es una sacudida– consigue una finca y pierde la suya, esa es otra.  La mujer es una corriente, como un arroyo; pequeños remolinos, pequeñas cascadas, pero el río, ahí va.


Traducción libre, con base en mi percepción de lo leído.

Se aceptan observaciones y discusiones.


miércoles, 11 de mayo de 2022


Esa sombra

Relato

Fuente para el relato "Historia de dos o La sombra"

presentado a Café Literautas en mayo de 2022


Cuando se decidieron a realizar plenamente su amor, ella siguió siendo su sombra; dispuesta a lo que él le hiciera, haciéndole lo que él le pedía.  Era una dicha para él, porque lo tomaba como pura comprensión mutua.  Lo hicieron por primera vez en el lugar que él sugirió, ella no conocía ninguno; él tampoco, pero los amigos hablaban de tal y cual sitio.  No era muy cómodo ni muy bonito, pero les pareció magnífico para esa, su primera aventura sexual completa.  Tampoco fue que hicieran nada novedoso, igual muy turbados estaban.  Ya se conocían parcialmente sus zonas íntimas, en particular con el sentido del tacto; ahora el avance fue descubrirlas del todo y ponerlas en pleno contacto; contacto que llevó, por supuesto, al furor, pero sin salirse de lo convencional; parecían creer que había una fórmula que se debía seguir al pie de la letra y cuando terminaron, se vistieron y salieron.  Iban satisfechos, porque llegaron al culmen, o eso creían; iban frustrados, porque pensaban que tenía que haber formas más excitantes.  Él la dejó en su casa y cada uno de los dos se fue a su propia cama a proporcionarse en solitario el poquito o mucho de placer que les había quedado faltando.

Se habían conocido en una fiesta, se habían gustado, se habían dicho tímidos piropos; él la llevó a casa, ella no quería, pero él impuso su deseo.  Al llegar, él le pidió una bebida aromática, ella temía despertar a la familia, pero le indicó cómo hacer todo, para evitar los ruidos, y ella obedeció al pie de la letra.  Hablaron de encontrarse de nuevo y el muchacho definió en dónde, cuándo y cómo, mientras la chica aceptaba todo con la docilidad de una sombra.  Se despidieron con un leve beso en la mejilla y, mientras él se alejaba, ella lo cubría con su mirada, enamorada y medio oculta tras la puerta, bajo la luz apagada, como una sombra viviente.

Nuevos encuentros, disfrute del cine, los helados, los cafés, las cervezas, los juegos, los conciertos, las caminadas, los paseos, siempre ella siguiéndolo como una sombra; siempre aceptando todo lo que le proponía; siempre riendo al unísono, como si su risa fuera una sombra de la del chico.  Un día, salieron en el carro del padre del muchacho a visitar un bello y antiguo pueblito, conformado por casas de uno y dos pisos hechas de bahareque, calles todavía empedradas, iglesia de tipo barroco, alcaldía en casona colonial, profusión de árboles inmensos.  No era fácil perderse en pueblo tan pequeño, pero ella no se le desprendía para nada; él parecía cogido de la mano de su sombra, que no lo abandonaba, como no nos abandona nunca nuestra sombra.  Solo para ingresar al baño la sombra aceptaba estar al otro lado de la puerta.

Llegaron los momentos de buscar los besos y caricias en la soledad, a media luz; los disfrutaron intensamente, llevando él siempre la iniciativa y siguiéndolo ella como sombra.  Llegaron las invitaciones de las amistades y ella no lo dejaba ir solo a ninguna parte, siempre tenía que estar tras él como la sombra.  Para salir a las compras, la sombra tenía que estar ahí, a su lado; para preparar los exámenes, ella lo tenía que acompañar; para ir al médico, para entrenar con su equipo, para comprar camisetas, para renovar la licencia de conducción, para presentarse al servicio militar, donde no lo seleccionaron, por fortuna.  El chico la empezó a llamar, cariñosamente, sombrita.

Y llegó aquella noche de amor, decidida de común acuerdo, en lo que puede tener de acuerdo el aceptar lo que el otro propone; buscada con ansia y planeada con minucia, evitando que cualquiera se enterara, guardando con sigilo el secreto, como si estuviesen planeando un crimen.  Sobra decir que le siguieron otras noches iguales, cada una o dos semanas; ¿qué digo iguales?: muy diferente cada una, porque buscaron (buscó él) mejores sitios; porque exploraron (guió él la exploración) diversos lugares del cuerpo, nuevas técnicas amorosas; porque salieron cada vez más satisfechos, más plenos, menos necesitados de completar; porque se atrevieron (se atrevió él) a hacer la confidencia de sus escapadas a los amigos más cercanos y a comparar las experiencias, pues resultó, lo que no debía ser ninguna sorpresa, que aquellos también tenían las mismas prácticas.

Proponer matrimonio ya fue como un corolario de la consolidada relación; fue recibido con alborozo por las familias y se celebró con estruendosa fiesta.  Tras la luna de miel, las rutinas hogareñas se fueron acomodando y se fueron dando los cambios: él ya no la guiaba en las “locuras”; él ya salía solo y ella lo empezó a seguir en secreto, como la sombra que no vemos porque va atrás de nos.  Primero fue por las noches; si salía a un entrenamiento, lo seguía, como sombra proyectada por la luna; cuando salía a algún agasajo entre compañeros de trabajo, lo seguía; si era para algún espectáculo que a ella no le interesaba, lo seguía.  Se aguantaba, de ser necesario, horas en una esquina o bajo un árbol, con tal de averiguar con quién andaba y volver a hacerle sombra oculta en su regreso; siempre se las ingeniaba para entrar a casa antes que él.

Después, se atrevió a volverse sombra del sol; lo seguía para el trabajo y llegaba tarde al suyo; iba tras él cuando salía a jugar un partido; lo espiaba si se iba a hacer diligencias al centro de la ciudad.  ¡Las resolanas que aguantó!  A punto estuvo de accidentarse por ignorar los veloces vehículos con tal de no perderlo de vista.

Una vez la vio, por casualidad, reflejada en una vitrina; en otra ocasión, por el espejo retrovisor; en las siguientes, porque ya estaba atento a sus persecuciones.  Nunca le reclamó; sufrió en silencio su decepción, hasta que un día, cuando una compañera de trabajo le propuso celebrarle el cumpleaños en privado, le aceptó y le sugirió el bar a donde lo podría invitar; no porque la considerara otra sombra, sino porque el sitio se prestaba para que aquella espiara todo lo que deseara.  Vinieron las cogidas de mano, los besos, la mano bajo la falda, la mano bajando el cierre, los afanes y suspiros, pero no aceptó ir con ella al lugar que lo invitó; le pareció que ya le había hecho tragar suficiente medicina a su sombra, a quien no había dejado de mirar de reojo.

Las veladas en casa siguieron siendo tan fingidas como ya se acostumbraba; los saludos, de beso frío; las caricias, sosas; las palabritas medio dulces, el sainete en la cama, las insinuaciones que no pasaban a más, las ocasionales reyertas y el contentamiento posterior.  Ella no le mencionaba nunca lo que había visto, él se mostraba muy fresco, como si nada hubiera pasado.

Un domingo por la noche, subieron a la azotea del edificio para observar un eclipse que se anunciaba muy bello.  Mientras miraban el fenómeno, ella le metió mano; primera vez que tomaba la iniciativa; él, asombrado, le dejó hacer y ella lo fue llevando hacia la baranda y allí se recostaron; indeciso el muchacho entre disfrutar de la vista o del tacto, no percibió que lo presionaba contra la baranda pero sí le intrigó que lo corría un poco más allá, como buscando un punto; esta cedió, pero antes de caer al vacío, él logro asirse a una de las barras y, para ganar equilibrio, apoyó su otra mano en su pareja, que perdió el apoyo y se precipitó abajo.  ¡Quedó como un hombre sin sombra!


miércoles, 13 de abril de 2022

SOBRE "LAS UVAS DE LA IRA"

THE GRAPES OF WRATH
John Steinbeck

Tercera entrega



Esta novela del autor estadounidense presenta en forma magistral lo que fue la migración por la desertificación de Oklahoma en los años treinta (la “dust bowl”).  Narra ese inmenso problema social apoyándose en el éxodo de la familia Joad desde Oklahoma hasta California.

En la primera entrega presenté apartes que corresponden, principalmente, al éxodo desde Oklahoma, a través de Texas, Nuevo México y Arizona.  En la segunda, la llegada al ansiado paraíso californiano y las dolorosas decepciones, derivadas de las condiciones de explotación de la tierra por los grandes terratenientes.

En la tercera, vienen algunos párrafos que muestran crudamente la honda diferencia entre los explotadores de la tierra y los desgraciados desposeídos por el capitalismo; los voraces métodos de los primeros y el desespero y odio que se incuba entre los últimos.



…great owner bought a cannery. And when the peaches and the pears were ripe he cut the price of fruit below the cost of raising it. 

…el gran propietario compró una enlatadora.  Y cuando los duraznos y peras maduraron, rebajó su precio por debajo del costo de cultivo.


And as cannery owner he paid himself a low price for the fruit and kept the price of canned goods up and took his profit. And the little farmers who owned no canneries lost their farms, and they were taken by the great owners, the banks, and the companies who also owned the canneries. 

Y como propietario de la enlatadora, se pagaba a sí mismo muy bajo por las frutas y mantenía alto el precio de los enlatados y así obtenía su ganancia.  Y los pequeños cultivadores que no poseían enlatadoras perdieron sus granjas, que pasaron a poder de los grandes propietarios, los bancos y compañías con enlatadoras.


This little orchard will be a part of a great holding next year, for the debt will have choked the owner. 

Esta huertecita será parte de una gran propiedad el año entrante, porque la deuda habrá estrangulado a su dueño.


The great companies did not know that the line between hunger and anger is a thin line. And money that might have gone to wages went for gas, for guns, for agents and spies, for blacklists, for drilling.

Las grandes compañías no sabían que la frontera entre hambre e ira es difusa.  Y los fondos que debían ir a salarios se fueron a combustible, a armas, agentes y espías, listas negras y entrenamiento.


…they reassured themselves that they were good and the invaders bad, as a man must do before he fights. 

…estaban convencidos de que ellos eran buenos y los invasores, malos; como hay que hacerlo antes de pelear.


These goddamned Okies are dirty and ignorant. They’re degenerate, sexual maniacs. These goddamned Okies are thieves. They’ll steal anything. They’ve got no sense of property rights. 

Estos malditos Okies son sucios e ignorantes.  Son degenerados, maniáticos sexuales.  Estos malditos Okies son ladrones.  Se roban todo.  No tienen sentido de la propiedad privada.  


…and in the eyes of the hungry there is a growing wrath. In the souls of the people THE GRAPES OF WRATH are filling and growing heavy, growing heavy for the vintage.

…y en los ojos de los hambrientos va creciendo la ira.  Las almas del pueblo se van llenando de LAS UVAS DE LA IRA que crecen y crecen para la vendimia.


Did you ever see a deputy that didn’ have a fat ass? An’ they waggle their ass an’ flop their gun aroun’. 

¿Viste alguna vez un policía que no tuviera un culo grande?  Y contonean ese culo y agitan el revólver.


They’ll find you in a ditch, with the blood dried on your mouth an’ your nose. Be one little line in the paper— know what it’ll say? ‘Vagrant foun’ dead.’ An’ that’s all. You’ll see a lot of them little lines, ‘Vagrant foun’ dead.’ 

Te encontrarán un día en una zanja con la sangre ya seca en tu boca y nariz y con una leyenda en un papel qué dirá “vago hallado muerto”.  Y ya.  Vas a encontrar muchos letreros “vago hallado muerto”.


And under the begging, and under the cringing, a hopeless anger began to smolder.

Y tras los ruegos y súplicas, empezó a surgir una ira desesperada.


And in the little towns pity for the sodden men changed to anger, and anger at the hungry people changed to fear of them. Then sheriffs swore in deputies in droves, and orders were rushed for rifles, for tear gas, for ammunition. 

Y en los pueblitos, la compasión por los desgraciados se cambió en furia y la furia por los hambrientos se cambió en temor.  Entonces los alguaciles prometieron manadas de policías y abundaron los pedidos de rifles, gas lacrimógeno y municiones.


“I’m learnin’ one thing good,’’ she said. “Learnin’ it all a time, ever’ day. If you’re in trouble or hurt or need— go to poor people. They’re the only ones that’ll help—the only ones.’’ 

Voy aprendiendo algo bueno, dijo ella.  Aprendiendo a diario.  Si tienes un problema, dolencia o necesidad, acude a los pobres.  Ellos son los únicos que te socorrerán – los únicos.


Traducción libre, con base en mi percepción de lo leído.

Se aceptan observaciones y discusiones.


Por las denuncias en sus escritos, John Steinbeck fue implacablemente perseguido por el macartismo en los años cincuenta.


lunes, 21 de marzo de 2022

 

SOBRE "LAS UVAS DE LA IRA"

THE GRAPES OF WRATH
John Steinbeck

Segunda entrega


Esta novela del autor estadounidense presenta en forma magistral lo que fue la migración por la desertificación de Oklahoma en los años treinta (la “dust bowl”).  Narra ese inmenso problema social apoyándose en el éxodo de la familia Joad desde Oklahoma hasta California.

En la primera entrega presenté apartes que corresponden, principalmente, al éxodo desde Oklahoma, a través de Texas, Nuevo México y Arizona.


Ahora, Cuando la familia Joad llega al ansiado paraíso californiano, vienen las dolorosas decepciones, derivadas de las condiciones de explotación de la tierra por los grandes terratenientes.


ONCE CALIFORNIA belonged to Mexico and its land to Mexicans; 

...and these things were possession, and possession was ownership. 

Then, with time, the squatters were no longer squatters, but owners; 

They imported slaves, although they did not call them slaves: Chinese, Japanese, Mexicans, Philippines.

California pertenecía antes a México y sus tierras a los mexicanos.

...y se trataba de posesión y la posesión constituía propiedad.

Con el tiempo, los invasores ya no eran invasores, sino propietarios; importaron esclavos, aunque no los llamaban así: chinos, japoneses, mexicanos, filipinos.



And it came about that owners no longer worked on their farms. They farmed on paper; and they forgot the land, the smell, the feel of it, 

He paid the men, and sold them food, and took the money back. And after a while he did not pay the men at all, 

Y luego se dio que esos propietarios dejaron de trabajar en sus granjas.  Eran agricultores en el papel y olvidaron la tierra, su aroma, su sentido.  Pagaban trabajadores y les vendían la comida y así recuperaban el dinero y poco después no les tuvieron que pagar nada.



Los inmigrantes, principalmente de Oklahoma, eran indeseables y fueron duramente explotados y perseguidos.


We got to keep these here people down or they’ll take the country. They’ll take the country. Outlanders, foreigners. 

Tenemos que sacar a esta gente o se apoderarán del país.  Se adueñarán de él estos forasteros, estos extraños.



How can you frighten a man whose hunger is not only in his own cramped stomach but in the wretched bellies of his children? 

¿Cómo es posible que intimides a un hombre cuya hambre no está solo en su acalambrado estómago, sino en las miserables panzas de sus hijos?



Three hundred thousand, hungry and miserable; if they ever know themselves, the land will be theirs and all the gas, all the rifles in the world won’t stop them. And the great owners, who had become through the might of their holdings both more and less than men, ran to their destruction, 

Trescientos mil hambrientos y miserables; si se conocieran entre sí, la tierra sería toda suya y no los podrían detener toda la gasolina, todos los rifles del mundo.  Y los grandes propietarios, convertidos por el poder de sus posesiones al tiempo más y menos que hombres, se precipitarían a su destrucción.



Pray God some day kind people won’t all be poor. Pray God some day a kid can eat.

Quiera Dios que un día la gente buena no sean todos pobres.  Quiera Dios que algún día un niño pueda comer.


Traducción libre, con base en mi percepción de lo leído.

Se aceptan observaciones y discusiones.



  Una navidad sentida La pelirroja Ángela y el rubio Daniel han salido a caminar en esta noche de principios de diciembre tibia y luminosa, ...