APAGÓN
¡Ahhh! se escuchó por todas partes. Las mamás corrieron a buscar velas y fósforos, los papás pronunciaban las jaculatorias más obscenas que conocían. A los múltiples timbrazos telefónicos las encargadas respondían que era un imprevisto, que se estaba investigando la causa, que pronto habría solución.
Tres horas después ¡ahhh! dijeron con desconsuelo el par de chicos que con el resplandor artificial perdieron la cuenta de estrellas que llevaban en ese cielo esplendoroso al que nadie más había prestado atención.