viernes, 17 de abril de 2015


Dos pasajes de Stefan Zweig en su obra Brennendes Geheimnis (Un Ardiente Secreto), donde relata la apasionada conquista de un joven aristócrata a una bella mujer que encuentra en un lugar de vacaciones...

"Er vermochte zunächst noch nicht in ihre Augen zu sehen und bewunderte nur die schön geschwungene Linie der Augenbrauen, rein über einer zarten Nase gerundet, die ihre Rasse zwar verriet, aber durch edle Form das Profil scharf und interessant machte. Die Haare waren, wie alles weibliche an diesem vollem Körper, von einer auffallenden Üppigkeit, ihre Schönheit schien im sichern Selbstgefühl vieler Bewunderungen satt und prahlerisch geworden zu sein".

(Al principio, él no quiso mirarla todavía a los ojos, solo se quedó prendado de la bella curva de sus cejas, trazada sobre su encantadora naricita, que delataba su raza, pero cuyo noble trazo volvía su perfil interesante y definido. Sus cabellos, como todo lo femenino de ese cuerpo, eran notoriamente voluptuosos y su belleza parecía haber ganado arrogancia por su autoconvicción de ser maravillosa).

"Er… hielt diese Frau eine halbe Stunde fast unablässig mit dem Blick fest, bis er jede Linie ihres Gesichtes nachgezeichnet, an jede Stelle ihres üppigen Körpers unsichtbar gerührt hatte". 

(El… fijó su mirada, casi extática, en esta mujer por media hora, hasta copiar cada línea de su cara y hasta haber tocado, sin tocar, cada lugar de su exuberante cuerpo). 

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