jueves, 2 de julio de 2015

Y sigo con estas sentidas reflexiones de Márai acerca de la muerte de su padre.

Un día de otoño, a las dos y media de la tarde, murió mi padre. Murió en plenas facultades mentales, con dignidad, de forma ejemplar, como si quisiera enseñarnos cómo se debe morir.
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Murió como un gran señor que no puede retirarse de la vida dejando deudas, lo organizó todo escrupulosamente para dar a cada uno lo que le correspondía...

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En ese preciso instante comprendí el aristocratismo de mi padre. Su vida había transcurrido en la elegancia de la bondad y la cortesía.
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Sólo ante la muerte somos capaces de comprender del todo a las personas con las que tenemos algo que ver, con las que tenemos algo en común. 

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