martes, 23 de marzo de 2021

 ¿FUGAZ O NO FUGAZ?

Relato

Presentado a Café Literautas, marzo 2021

–Caminando en línea recta, no puede uno llegar muy lejos: te le fuiste directo al corazón.  Con ellas, tienes que gastar tiempo, seguir una trayectoria sinuosa, rodearlas, entrar poco a poco, desorientarlas y dar el golpe en el momento oportuno –le sentenció su amigo Jaime, cuando le contó su drama. 

Inquieto lo había dejado la chica del bus; en su mente quedó durante todo el día; plácido sueño el de la noche; al día siguiente, recuerdo esfumado.  Desprevenido, subió al vehículo y, desde el mismo asiento, ella y su sonrisa le llamaron.  Dulce sonaba el nombre de “María Patricia”.  Lo asaltaron los temas del fugaz encuentro de la víspera y volvió sobre ellos.

Confirmó que esta pelada de ojos grises y mirada intrigante, nariz respingada y pechos firmes degustaba el penúltimo semestre de sicología y le gustaban los ingenieros, como él, pichón en su profesión y novato en su trabajo, a donde la máquina lo llevaba.  Calló ella su interés por este hombre de porte resuelto, silueta delgada y cabellos negros.

El destino se la hurtó hasta el viernes. Él la llamó a su lado, esta vez, para encantarse haciendo hablar a esa fascinante boquita de labios no gruesos ni finos y dientes perlados; conversación que, claramente, ninguno de los dos quería eludir.  El sinuoso recorrido del bus urbano, enemigo de la línea recta, les permitió sumergirse en las melodías de una plática que concluyó con intercambio de números y promesa de “algún” encuentro.

El fin de semana, lo envolvieron los perversos compromisos y no lo dejaron llamarla.   El autobús no se la quiso mostrar los días siguientes.  El miércoles, Carlos se fue a recibir en la automoviliaria su ansiado nuevo vehículo.  Esa noche, en medio de la obligatoria exhibición a parientes y amigos, logró robar unos minutos para llamarla, ya no se le podía perder más.  Ella le pidió visitarla en casa el día siguiente y él aceptó gustoso.  (“Quiere presentarme con sus padres”).

Gran sorpresa de la muchacha y felicitaciones efusivas por el cachivache.  Le presentó brevemente a su padre (la madre no vivía con ellos y el hermano estaba lejos en el momento).  Dialogaron unos inquietos minutos en la sala, apurando un café tinto, tal el ansia de salir a dar un vueltón en el automóvil nuevo.  Aspiraron los perfumes de los paseos de la ciudad y culminaron con refrescos en uno de los concurridos sitios con vista panorámica, que igual podrían estar solitarios, tal era la exclusividad de cada uno con el otro.  Al dejarla en casa, sintió el dulce flechazo.

Ya en plan de conquista, Carlos invitó a María Patricia a un restaurante.  Una sola copa de vino, para no tener problemas con la conducción.  Pruebas mutuas de sus respectivos platos.  Animada tertulia, adornada con risas y miradas cautivantes, en las que él advertía un brillo enamorador;  Cupido se adivinaba en medio de ambos.  Sin embargo, las frases afectuosas las tomaba ella con desprecio y el pícaro diosecito huía.

Durmió mal toda la noche; la muchacha parecía estar atraída pero ponía una barrera.  Meditando sobre la conducta por seguir, decidió expresarle con franqueza sus sentimientos.  Para una nueva cita eligió un ambiente romántico, a media luz, con la música que a ambos gustaba.

Sentados muy juntos; cuerpo recostado al de ella, que lo disfrutaba; miradas a los ojos, pagadas con las cautivantes de siempre; le pasó el brazo por el hombro y le sintió ese temblorcillo que denota un placer morboso.  Se atrevió a acercar labios a labios y fue rechazado violentamente.

–¿Por qué te alejas?  ¡Yo te quiero mucho!  Deseo que pasemos a una relación más íntima, más amorosa.

–Me defraudas.  Te creía más serio.  Todos vienen tras lo mismo.  No me confundas.

Silencioso, el curvo camino de regreso.  Fría, la recta despedida.  Oscurísima, la noche para el pobre Carlos.  Llamada al día siguiente para proponer salida a cine…

–Tengo un mejor programa con mi ‘negro’…

Y colorín colorado.  “…Amor fugaz…”.


jueves, 11 de marzo de 2021

NUEVAS ANOTACIONES DE “EL TREN LLEGÓ PUNTUAL" (DER ZUG WAR PÜNKTLICH)

Del alemán Heinrich Böll, premio Nobel de literatura en 1972.  En esta novela nos pinta los horrores de la guerra a través de las tribulaciones del soldado nazi Andreas, que viaja con la tropa en un tren hacia un remoto destino en Galitsia.


Hoy, esos descubrimientos del amor…

 

La chica que ve al paso, desde el tren, y queda prendado.

…alle werden sie häßlich finden, und sie ist hübsch, sie ist schön…

Todos la verán fea, pero es bella, es hermosa…

Dieses reine, sanfte, müde, kleine, blasse Mädchengesicht,

Este rostro de muchacha puro, limpio, cansino, diminuto, pálido

Eine Zehntelsekunde haben unsere Augen ineinander geruht, vielleicht noch weniger als eine Zehntelsekunde, und ich kann ihre Augen nicht vergessen.

Nuestros ojos se han encontrado por una centésima de segundo, quizá menos, y ya no puedo olvidar los suyos.

Nur eine Zehntelsekunde lang oder weniger, und ich weiß nicht, wie sie heißt, nichts weiß ich, nur ihre Augen kenne ich, sehr sanfte, fast blasse, traurige Augen von einer Farbe wie dunkelgeregneter Sand;

Solo una centésima de segundo o menos y no sé cómo se llama; nada sé, solo conozco sus ojos, muy limpios, casi pálidos, tristes, de un color oscuro como de arena mojada;

 La chica con quien comparte en la posada.

Sie ist klein und sehr zart, zierlich und fein, und sie hat hinten hochgeknotetes, sehr schönes, blondes, loses Haar, goldenes Haar.

Ella es pequeña y muy tierna, grácil y fina y lleva atado detrás el cabello; cabello muy hermoso, rubio, lacio, de oro.

Er blickt sie an, und es ist schön, ihre Augen zu sehen. Graue, sehr sanfte, traurige Augen.

La mira y es hermoso ver esos ojos.  Son grises, muy puros y tristes.

…er wagt nicht, sie anzusehen, denn er hat Angst vor diesen grauen Augen, die ganz ruhig sind.

…no se atreve a mirarla porque teme a esos ojos grises tan serenos.

Sie blicken sich lange an, sehr lange, und ihre Augen versinken ineinander, und dann beugt Olina sich zu ihm, und da der Abstand zwischen den Sesseln zu groß ist, steht sie auf, kommt auf ihn zu und will ihn umarmen…

Se observan largamente, muy largamente, y sus ojos penetran en los del otro y después Olina se inclina ante él y, como las sillas están muy separadas, ella se incorpora, viene hacia él y quiere abrazarlo…

Sie spielt das sehr leise, so leise, wie der Dämmer jetzt durch den offenen Vorhang ins Zimmer sinkt. Sie spielt diesen sentimentalen Schlager ohne Sentimentalität, das ist seltsam. Die Töne wirken hart, fast punktiert, sehr leise, fast so, als mache sie unversehens aus diesem Bordellklavier ein Cembalo.

Ella toca suave, muy suave, como la penumbra que ya viene penetrando por la cortina antreabierta.  Toca esos acordes sentimentales sin sentimentalismo, cosa extraña.  Los sonidos salen duros, casi aislados, pero suaves, como si ella convirtiera, sin quererlo, este piano de cabaret en un cembalo.

Er schenkt wieder ein, stößt mit ihr an, und in dieser Sekunde, wo sie sich über den Rand der Gläser anblicken, lächelnd, nimmt er ihr schönes Gesicht ganz in sich hinein. Ich darf es nicht verlieren, denkt er, nie mehr verlieren, sie gehört mir.

El sirve de nuevo, brinda con ella y el segundo que se miran sonrientes sobre el borde de las copas, absorbe él todo su rostro para sí.  No puedo olvidarlo, piensa él, nunca más olvidar que ella me pertenece.

Kein Geheimnis darf bleiben zwischen ihr und mir, und ich hatte gehofft, ich würde es behalten dürfen, diese Erinnerung an ein unbekanntes Gesicht, diese Hoffnung, dieses Geschenk würde mein eigen bleiben, und ich würde es mitnehmen können.

Ningún secreto debe haber entre ella y yo, que había conservado la esperanza de retener el recuerdo de un rostro desconocido, que fuera un regalo que permaneciera mío y llevarlo para siempre.

Ich mußte, mußte hierherkommen in dieses Lemberger Bordell, um zu erfahren, daß es eine Liebe gibt ohne Begehren, so wie ich Olina liebe…

Tuve, tuve que llegar hasta este cabaret de Lemberg para encontrar que existe el amor sin deseo, como el que siento por Olina.

Traducción libre, con base en mi percepción de lo leído.

Se aceptan observaciones y discusiones.


viernes, 5 de marzo de 2021

 Descíframe

Relato

Presentado a Café Literautas, febrero 2021

La donna è mobile qual piuma al vento

Muda  d’accento  e  di  pensier

Rigoletto, Verdi

No te quiero por lo que tienes sino por lo que me significas, era el caballito de batalla de Paola frente a su hombre.  Faltando poco para la Navidad, ante una vitrina de joyería, ella se paralizó a la vista de una deslumbrante alhaja.  Si no puedes dármela, no te preocupes, lo importante es tener un regalo.  Cuando desempacó el ostentoso saco de lana, ¿para qué te molestaste, mi amor?  A mí nunca me da frío.

Llegó él de un viaje de negocios y se apresuró a buscar a su Paola, quien lo recibió examinándolo de arriba a abajo.  Él cayó en cuenta de que no le había traído ni tan siquiera una flor y se disculpó.  Yo no me pego de detalles; lo que vale es que volviste, mientras le salían un par de gruesas lágrimas, más del color de fiero disgusto que de tierna emoción.

Con el pago de las cuotas del apartamento, poco les quedaba para gastar en lo superfluo.  Un día podremos darnos el gusto, mi queridito; ahora estamos bien así.  Al día siguiente, no te has preocupado por la fiesta del Halloween; ¿qué disfraces vamos a conseguir?  ¿O es que no me quieres llevar?

Una vecina le hacía ojitos a Darío.  Las amigas, ponle mucho cuidado a tu esposo con Fulana.  No voy a pegarme de eso; él es muy recto y muy fiel.  Por la noche, ¿qué es lo que tienes con esa descarada de enseguida?  Yo no les voy a aguantar esa saludadera y las sonrisitas; si te quieres ir con ella, yo me quito de en medio.

Tu jefe no te aprecia en lo que vales; esa empresa progresa por todo lo que te mueves; tienes el genio fecundo para ese negocio.  Cuando le habló de independizarse, eres un pobre tonto que no sabe defenderse solo; no tienes iniciativa; nos podemos morir de hambre; no cometas la torpeza de dejar tu empleo. Sería funesto.

Interrogada por el destino predilecto para vacaciones, ahora no podemos gastar en un viaje, hay que ser prudentes con el presupuesto.  Queridas, este hombre me tuvo encerrada todas las vacaciones; no me quiso llevar a ninguna parte.

¿Qué te pasa?  Has estado muy callada.  ¡Nada!  No, algo tiene que haber, has cambiado mucho.  ¡Tú eres el que cambias!  Pero, ¿qué hice?  ¡Nada!  Entonces, ¿qué quieres que haga?  ¡Nada!  …Tan triste que estuve con tu desplante y ni te preocupaste por acercarte a consolarme.

No me dejo ver de nadie antes de mi cita del jueves en peluquería, ¡estoy que espanto!  …Nos quedamos como unas pelotas anoche aquí encerrados, mientras todas mis amigas iban con sus esposos al “Miércoles de Maravilla”; ¿así soy de fea que no me quieres mostrar?

Voy a tener mucho ajetreo hoy, estamos trabajando en un proyecto muy importante con la gerencia.  No te preocupes: si no llamas, sé que estarás muy ocupado.  Gracias por tu comprensión, cariño.  No te preocupes mi amorcito, estamos para apoyarnos uno al otro…  No me llamaste en todo el día y mira lo tarde que llegaste; ¿con quién andabas?

Has cambiado mucho; esa otra no te deja tiempo para mí; pero no te retengo, sé franco y dime que te vas con ella.  Así va a ser; encontré quien me consuele y me dé lo que me niegas.

jueves, 4 de febrero de 2021

 Curación bendita

Relato

Presentado a Café Literautas, enero 2021


Hortensia no se sentía bien y se decidió a consultar al médico.  Llamó a pedir cita con el doctor Barbián y se la dieron para el jueves a las 4 p. m.  El doctor Fabián Barrera, muy acertado en su oficio, era un joven serio y respetable con barba poblada, larga y muy acicalada, que le ganó el apodo de Barbián.

–Doctor, me preocupan los vagidos que me están dando.

–Usted no es un bebé, señora.  Serán vahídos.

Después de indagarle al detalle sobre esos síntomas y de examinarla como es debido, el doctor descartó cualquier enfermedad grave, le ordenó exámenes  y le formuló algunas medicinas para mantenerla estable.

Pasados unos días, el tratamiento no le estaba haciendo efecto y su amiga Rosalba le recomendó ir a donde Ruperto, un curandero muy reconocido.  “Nadie ha salido defraudado”.  Ella no lo pensó mucho y fue a donde “el tipo ese”.  Lo primero que la asombró fue la ambientación de la sala: afiches de astros, imágenes de dioses hindúes, representaciones de tigres, tiburones… “esto parece un circo”.  El hombre era de una labia impresionante y su esotérico discurso la convenció.  Salió de allí con un paquete de hierbas y bebedizos y se aplicó a seguir estrictamente las indicaciones del hechicero.

 Cualquier noche, el esposo la vio tomando las infusiones y se enteró de su origen… “¡¿cómo se te ocurre ir a donde ese orate?!”  “Pues, sabrás que sus remedios me hacen mejor efecto que los del médico”.  Aunque todavía estaba haciéndose el tratamiento médico de día; todo lo del brujo era por la noche.

Una mañana le apareció un brote en la piel.  El médico le recomendó que nada de aquello con el marido y tomarse unas pastillas.  Pero también fue al curandero, quien prescribió un menjunje para untar y una noche de cama, bien amorosa, “porque se te nota por encima tu estupenda libido; esta tiene gran poder sanador”.

–¡¿Cómo?!  Yo no me presto para esas cosas.

–Lo harás con tu marido, por supuesto.

Se fue muy preocupada con la contradicción entre ambos, pero tres noches después se decidió y amaneció curada.  Estaba feliz y casualmente ese día le tocaba la revisión con Barbián.

–Mire doctor como estoy de bien.  Me sirvió su recomendación de cama con mi esposo.

–¡¿Qué??  Yo le dije todo lo contrario.  ¿Usted también consulta a ese engreído charlatán?  A mi esposa le recomendó lo mismo y me tiene agotado pidiéndome la dosis todas las noches.


domingo, 24 de enero de 2021

UNA HISTORIA DE AMOR INCONCLUSA

Relato

Artemisa suspiraba por ese muchacho.  A sus dieciséis años, era la primera vez que se sentía tan atraída por un hombre.  Sí, en su infancia (es decir, hasta los quince) sintió atracción por un amiguito de juegos u otro; una atracción de mera identidad; le hacían falta solo para jugar y se concentraban en el juego, igual que si fueran dos amigas; pero ahora, ahora… Ahora sentía un ardor indefinible, una atracción gravitacional.

Él no la conocía, ella no lo había tratado; lo vio pasar un día frente a su casa y le gustó.  ¡Le gustó!  Se quedó mirándolo hasta que su figura se borró al pasar la plaza, que quedaba a varias cuadras de allí.  Se sentó en el primer sillón que encontró y se puso a repasar su cuerpo de pies a cabeza:  unos tenis de moda que calzan unos pies grandes, donde rematan las mangas de un jean ajustado, de un azul muy bello ligeramente desteñido; tan ajustado que se destacan esas piernas gruesas y musculosas, esas nalgas firmes y destacadas, esa delantera que parece esconder algo grande…

¡Artemisa! la llama su madre y tiene que dejar esa pintura mental para concluirla en otro momento.  Tiene que ayudar a desmontar la mesa del desayuno, porque ahora que está en vacaciones debe estar ocupada, no puede quedarse perdiendo el tiempo.  Lavando la vajilla, le vuelve la imagen de su encanto, se pregunta de dónde salió ese bello chico que nunca había conocido y se le desliza un pocillo que se hace mil pedazos en el piso.

Por la tarde, conversando con una amiga, se decide a contarle su secreto y esta le dice que se trata de un vecino nuevo que trabaja en un taller un poco más allá de la plaza, pero, “¿qué le ves? Es como todos”.  Se traga un suspiro para no traicionarse y dice que solo tiene curiosidad, por la novedad.  “¿Curiosidad?  Te veo tragada”.  “No, no…  No me interesa”.

A las cinco de la tarde, se instala en la ventana; él debe de regresar de su trabajo y allí lo va a esperar.  Dan las seis y ya desfallece, cuando se le aparece a lo lejos la misma estampa de la mañana, con su camiseta roja ceñida que deja traslucir unas protuberancias bien definidos y una musculatura firme; su pequeño morral, llevado como al desgano en una sola tiradera sobre el hombro y a medias cogido con una mano, una de esas manos que ella nota grandes y de dedos largos y finos cuando se acerca más, por cierto con uñas bien cuidadas.  El corazón le da tumbos, se le quiere salir.  El chico, al pasar cerca, la mira y sigue desentendido, ella se entra rápido porque está al borde de un infarto.

Todos los días, ella está en su ventana a la mañana y al atardecer, lo mira pasar, se sobrecoge, y más cuando él le da una mirada casual, pero a todas luces desinteresada.  Durante el día, se la pasa repasándolo, de pies a cabeza, de cabeza a pies, recorriendo todos los accidentes, los excitantes accidentes de su humanidad.  “Hoy sí que le irradiaba esa cara, sí que le sobresalía lo de adelante, sí que le lucía la camiseta anaranjada, esos ojos negros profundos…”.  “¿Cuándo voy a ser capaz de hablarle?”

Una mañana, ella toma una decisión “atrevida”:  sale a la calle unos dos minutos antes de la hora de paso del galán que no la galantea y empieza a seguir por adelantado su mismo recorrido, a paso lento, como para que él la alcance.  Se ha puesto su minifalda fucsia y una camiseta blanca que le forra sus pechos, ya grandes, en una forma muy incitante y se ha peinado, es decir, revuelto el cabello para darle una forma atractiva, se ha aplicado un coqueto lápiz labial, muy sutil, y se ha perfumado sin exagerar.  Al llegar a la plaza, extrañada porque él no la alcanza, mira hacia atrás y ¡está a dos pasos!  Aterrada, corre a refugiarse en la iglesia y cuando reacciona y sale a buscarlo, ya el chico está ingresando a su taller.

El viernes, su amiga le cuenta que ha invitado al chico a una fiestecita que ha organizado con sus amigas.  “Él no nos hacía falta; lo conocemos apenas de saludo al paso, pero lo invité para que te encuentres con él, Artemisa querida”.  “¿Y por qué?  ¿Quién te dijo que él me interesa?”  “Bobita, te he visto espiándolo todas las mañanas”.  “Bueno, nada se pierde con ir a esa fiesta; muchas gracias por invitarme”.

En el baile, él saca a danzar a muy pocas, excluida ella, a quien en ningún momento mira.  Ella sufre, pero disfruta siguiéndole el sensual movimiento de caderas y la forma como se le agitan los cabellos negros, largos y ensortijados que lo hacen ver más como un angelito que como un hombre.  La amiga, incluso, le sugiere a él invitarla y recibe por respuesta que ya está muy cansado.  Al salir, solo al salir a media noche, el chico le regala una mirada escrutadora y le dice unas bonitas palabras de despedida, un poco confusas, entre las cuales ella cree adivinar que le dice “por qué no te vi antes”.  No es capaz de responder nada; se le “comieron la lengua los ratones”.  Él le pica un ojo y se evapora.  Llega destrozada a casa.  “¿Por qué soy tan tímida?  ¡Qué desgracia la mía!  Otra se le hubiera colgado”.  No duerme en toda la noche.

A pesar de reprocharse su timidez, no es capaz en toda la semana de salir a “atisbarlo”.  Pero se queda todo el día en ascuas y siempre se promete que al día siguiente sí lo haría.  Llegado el momento, se pregunta qué hará si él le dirige la palabra y no se atreve a abrir la ventana.  La noche del domingo, en cama, sin sueño, siene algo como una fiebre que le viene de lo más íntimo y comienza a desvestir a su amor imposible; al quitarle la camisa, le acaricia con ternura esas tetillas turgentes; después le besa y succiona por un buen rato ese hondo y bien formado ombligo.  En ese momento siente que él le acaricia sus pechos con una suavidad enloquecedora.

Le desabrochó su pantalón e introdujo su mano hasta bien adentro, donde encontró algo que pedía ser cogido; lo asió bien y él en respuesta hizo penetrar también la mano hasta los lugares más recónditos de ella; le prodigó allí unas caricias placenteras que se hacían más intensas y profundas a cada momento… hasta que la chica explotó, suspiró profundo y luego se quedó dormida con honda placidez.

El lunes, amaneció resuelta.  Esperó un poco después de la hora de entrada a los trabajos y se fue por esa calle directo hacia el taller de su tormento, resuelta a entrar a paso firme y arrastrarlo hasta el rincón más oscuro del local, para entregársele toda.  Un tío que pasaba la saludó, no lo escuchó y él continuó intrigado; su amiga la llamó desde la ventana de su casa y no le respondió; los pajaritos cantaban en los árboles de la zona verde y ella los escuchaba como un canto que le dirigía su amado, reclamándola.  Así siguió de largo por la calle que conectaba su casa con el taller, prometiéndose que ese día sí lo tendría todo para sí…


jueves, 14 de enero de 2021

 

NUEVAS ANOTACIONES DE “EL TREN LLEGÓ PUNTUAL" (DER ZUG WAR PÜNKTLICH)

Del alemán Heinrich Böll, premio Nobel de literatura en 1972.  En esta novela nos pinta los horrores de la guerra a través de las tribulaciones del soldado nazi Andreas, que viaja con la tropa en un tren hacia un remoto destino en Galitsia.  


Hoy, duras reflexiones del hombre que se sabe destinado a morir en la guerra.

Sie fahren durch eine leere Landschaft, links und rechts herrliche Gärten, sanfte Hügel, lachende Wolken - ein Herbstnachmittag… Bald, bald werde ich sterben.


Atraviesan un panorama vacío, con suntuosos jardines a izquierda y derecha, suaves colinas, nubes risueñas – es tarde otoñal… Pronto, pronto voy a morir.


Ich möchte leben, theoretisch ist das Leben schön, theoretisch ist das Leben herrlich…


Quiero vivir; la vida es bella en teoría; la vida es espléndida en teoría…


…er hat wieder Sätze in der Zukunft zu bilden versucht und hat gespürt, daß sie keine Kraft haben.


…otra vez ha intentado armar visiones del futuro, pero ha encontrado que no tienen fuerza alguna.


Es ist wunderbar draußen, fast noch sommerlich, Septemberwetter. Bald werde ich sterben, diesen Baum dahinten, diesen rotbraunen Baum vor dem grünen Haus dahinten werde ich nie mehr sehen.


Afuera está maravilloso, casi veraniego, clima septembrino.  Pronto moriré y no volveré a ver ese árbol de allí, aquel árbol castaño rojizo tras esa casa verde.


Niemals mehr die Alleen am Rhein, die Gärten hinter den Villen und die Schiffe, die bunt sind und sauber und froh, und die Brücken, die herrlichen Brücken, die streng und elegant über das Wasser springen wie große schlanke Tiere.


Nunca más los senderos junto al Rin, los jardines tras las quintas y los barcos coloridos, limpios y alegres, y los puentes, los majestuosos puentes que se remontan sobre las aguas, austeros y elegantes como grandes y esbeltos animales.


…warum fahre ich nicht nach Amiens an das Haus, wo die durchbrochene Backsteinmauer ist, und schieße mir eine Kugel vor den Kopf, an der Stelle, wo ihr Blick ganz nah und zärtlich, wirklich und tief in meiner Seele geruht hat, eine Viertelsekunde lang?


…por qué no me voy a Amiens, a la casa del muro trasero quebrado y me disparo una bala a la cabeza en el mismo sitio donde su cercana y tierna mirada ha llegado honda y francamente hasta mi alma por un cuarto de segundo?


Ich habe doch wirklich geleugnet, daß es eine menschliche Freude gibt, und das Leben war schön. Ich habe ein unglückliches Leben gehabt… ein verfehltes Leben, wie man so sagt, ich habe gelitten jede Sekunde unter dieser scheußlichen Uniform, und sie haben mich totgeschwätzt, und sie haben mich bluten gemacht auf ihren Schlachtfeldern, richtig bluten, dreimal bin ich verwundet worden auf den Feldern der sogenannten Ehre, da bei Amiens und unten bei Tiraspol und dann in Nikopol, und ich habe nur Dreck gesehen und Blut und Scheiße und habe nur Schmutz gerochen… nur Elend… nur Zoten gehört, und ich habe nur eine Zehntelsekunde lang die wirkliche menschliche Liebe kennengelernt, die Liebe von Mann und Weib, die doch schön sein muß, nur eine Zehntelsekunde lang, und zwölf Stunden oder elf Stunden vor meinem Tode muß ich einsehen, daß das Leben schön war.


Por supuesto que he mentido en que existe la dicha y que la vida es bella.  Yo he tenido una vida infeliz… una vida malograda, como se dice; he sufrido cada segundo dentro de este odioso uniforme y me han dado por muerto y me han hecho sangrar en sus campos de batalla, sangrar de verdad; he sido herido tres veces en los tales campos de honor, allá por Amiens y allí por Tiraspol y después en Nikkopol, y no he visto sino mugre y sangre y estiércol y no he olido sino suciedad …mera miseria… solo he escuchado obscenidades y solo por una centésima de segundo he conocido el auténtico amor humano, amor entre hombre y mujer, el que tiene que ser hermoso, solo una centésima de segundo y ahora, a doce, a once horas de mi muerte tengo que entender que la vida era hermosa.


Neunzehnhundertdreiundvierzig. Schreckliches Jahrhundert;


Mil novecientos cuarenta y tres.  Siglo horroroso.


Traducción libre, con base en mi percepción de la obra.

Se aceptan correcciones y sugerencias.

lunes, 14 de diciembre de 2020

DIFERENCIA Y CAMBIO

Relato

Presentado a Café Literautas en diciembre 2020

La casa de los primos estaba en revuelo.  Un árbol se erguía en un rincón de la sala y todos iban y venían con los más diversos objetos, unos que terminaban colgados de las ramas, otros que eran llevados a hacerles algún retoque o a guardarlos de nuevo en una caja.  Plinio entró con dificultad, tropezando ahora con Cecilia, después con Aurelio… Lanzó una mirada despreciativa al intruso vegetal de plástico y se encogió de hombros.

Lucía le sirvió del café que estaba distribuyendo para todos y él se sentó muy serio a tomárselo.  Les regalaba sonrisas burlonas a sus parientes y a los amigos que les colaboraban y opinaba, sin haber sido consultado, sobre esa costumbre ridícula que estaba mandada a recoger.  Unas bolas de colores que acomodaba Bernardo en lo más alto cayeron con estruendo y se fragmentaron en miles de pedazos.

–Yo me encargo, no se distraigan; ya voy atrás por una escoba y un recogedor, antes de que se lastime alguno de los que están sin zapatos.

–Estabas muy indiferente, qué te hizo animar? –le requirió alguno.

–Solo quise ayudarles; eso no me cuesta nada.

–Y el árbol, ¿tampoco te significa nada? –Quiso averiguar Cecilia.

–Es un embeleco religioso.

–Faltaría ver a cuál religión te refieres. –Planteó Lucía– Los seguidores de la reforma adoptaron el árbol como respuesta al Belén o Pesebre de Francisco de Asís.

–Pero, a sabiendas o no, lo tomaron de la costumbre nórdica de veneración al árbol en sus antiguas religiones –agregó otro de los presentes.

–Hoy, podemos tomarlo como el símbolo occidental de las fiestas de cambio de año –afirmó Aurelio.

–Que, por cierto, se celebran en todos los pueblos, con significado religioso o profano –remató Bernardo.

–Todavía no me convencen.

Plinio siguió ayudando, se llegó la noche y los primos lo invitaron a una fiestecita del vecindario.  Allí, hubo distribución de natilla y buñuelos, hojuelas y miel (“Y dele con la navidad”, decía Plinio, pero tragaba con mucha gana.  “Esos manjares son un reencuentro con lo vernáculo, nada más” le replicaban los otros).  Le quitó a Aurelio una chica muy agradable con la que bailaba, de jean ajustado y atractiva camiseta azul celeste, y se le dedicó toda la noche.  

Quedaron en volver a verse, pero un día después lo llamó su primo a reclamarle por “adueñarse” de la niña que más le gustaba.  Él le propuso invitarla entre ambos a recorrer los alumbrados navideños esa noche “y ahí veremos cuál de nosotros dos le gusta más”.

–Oye, Grinch, ¿no te parecen ridículas todas esas luces?

–Me parecen muy alegres.

–Claro, porque va a estar ella.

–¿Me aceptas, o no, la propuesta?

–Ya es cuestión de honor. ¡Acepto!

Salieron a su vueltón, en medio de una noche tibia y esplendorosa; disfrutaron de las luces, el ambiente y la mutua compañía.  Resultado final, Plinio fue ampliamente preferido y siguió saliendo con ella.

Los primos le decían…

–La odiosa Navidad te trajo el amor.

–Navidad o no, la pasé muy bien con ustedes y excelente con Liliana, en quien encontré un amor diáfano.


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