miércoles, 13 de febrero de 2019

LA OFENSA
Relato
Presentado al taller Literautas en febrero de 2019


Cuando conoció a Ofelia, Ernesto quedó encantado.  Era una mujer 10; tenía un cuerpo perfecto, con las curvas más sensuales, bello rostro de diva, en el que resaltaban unos inmensos ojos verdes con largas pestañas y su caminado parecía una melodía puesta en movimiento.  No esperó para decirle unos románticos piropos al sacarla a bailar en aquella fiesta en que los presentaron.  Después se ofreció a llevarla a casa y en el trayecto hizo derroche de las atenciones más obsequiosas.

“Eres todo un galán”, le dijo ella con picardía al despedirse, y salió Ernesto pensativo hacia su apartamento.  Mas su preocupación no era porque le quedara duda alguna sobre el efecto de sus requiebros en el ánimo de la dama, sino que su mente matemática y verbal no le quiso dar descanso, buscando una correspondencia entre las letras de la afirmación de la chica y las de su propio nombre.  ¡Sí!  Un perfecto anagrama:  Si se permutaban los caracteres que componían su nombre completo, Ernesto Udo Galán, se formaba la oración “Eres todo un galán”.  Esto lo acabó de enamorar de la muchacha.

Nunca le contó a ella de este descubrimiento, pero sí del amor a primera vista que había nacido en él; logró convencerla de sus rectas intenciones y sostuvieron un cálido romance que no parecía tener fin.  Eran la envidia de todos, porque él no era ningún pintado en la pared; también tenía excelentes atributos físicos, a más de su inteligencia y buenos sentimientos.

Un día llegó Ricardo; un funcionario de la empresa en que trabajaba Ofelia, que fue trasladado a la ciudad.  Al conocer a su compañera de oficina, se prendó de la misma manera que Ernesto en su momento y la cortejaba, sin que la muchacha le prestara ninguna atención por lo pronto.  Antes bien, le comentó disgustada a su enamorado sobre ese “aparecido” que se daba mucha ínfulas.  Él le sugirió, como era de suponer, que no le prestara ninguna atención y que pidiera algún cambio que los alejara un poco.

El cambio se dio pronto, porque Nora Ofelia estaba aspirando a un ascenso y con este pasó a otro piso y a funciones que no tenían casi nada de relación con el “acosador”.  Mas el tipo se las ingeniaba para encontrarla en el ascensor y también se sentaba a su lado en las reuniones generales, pero cambió la táctica del asedio directo por la de simplemente dejarse ver, respirar su mismo aire; con esto le bastaba, mientras tanto.

Una circunstancia sirvió de catalizador para los ansiosos propósitos de Ricardo:  por orden superior, les tocó viajar juntos a la capital a unas gestiones que tendrían que realizar en compañía.  En el vuelo, sentados lado a lado, porque así lo buscó Ricardo, se produjeron fuertes turbulencias y Ofelia, que le tenía pánico a volar, se aferró a su compañero; él la acariciaba “inocentemente”, dizque para inducirle calma y terminaron tomados de la mano.

Los hechos se precipitaron; en el hotel pidieron una habitación para ambos, solo “por acompañarnos”; salieron muy juntitos en los ratos libres a conocer la ciudad; después del viaje se reunieron en el apartamento de ella a redactar el informe de la misión y él obtuvo su permiso para seguir visitándola en los días en que Ernesto tenía salidas de la ciudad.

Claro que este último se tenía que enterar.  Primero, por detalles que captó en el apartamento de ella; después, por informes de amigos insidiosos.  Le causó profunda tristeza, pero acopió fuerzas para reclamarle.  Ella, sorprendida, pero adolorida, se deshizo en promesas, pero la intensa pena de Ernesto le impidió aceptar nada y se fue a su casa.  Nora Ofelia lo estuvo llamando los días siguientes a proponerle un nuevo encuentro.  Él finalmente lo aceptó en terreno neutral, un barcito cercano.  En medio de estériles discusiones, ella le soltó que había encontrado en Ricardo el hombre que no halló en él.

Ernesto se levantó de inmediato a pagar la cuenta y se despidió con esta sentencia:

–La vil ofensa que no esperaba.
(Anagrama de Nora Ofelia Velásquez Pebán).

Carlos Jaime Noreña

ocurr-cj.blogspot.com
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