lunes, 27 de agosto de 2018

MARCELO ESCOGE
Relato


Dos chicas del barrio le encantaban a Marcelo.  Una era Sofía, trigueña, pelinegra, de atractivo caminado, aficionada a la poesía y con mucha agilidad mental; conversaban de vez en cuando en la esquina… encuentros casuales, al llegar ambos de sus estudios o al salir a desembotarse un poco de intenso videojuego o chateo.  “Me gusta la inteligencia de Sofía… y el fuego que tiene en esos ojitos”.  “Me encanta el trato desenvuelto de Cintia, su facilidad de conversación… ¡y ese cuerpazo!”  “Me seduce Sofía con las firmes posiciones que defiende frente a tantos patanes de las redes”.

¿Quién era Cintia? La chica con que ‘hablaba’ más frecuentemente a través de la mensajería instantánea y algunas veces en los descansos de clases del colegio, donde se conocieron; era deportista, su bien formado cuerpo nada desdecía de esa condición y atraía mucho a Marcelo.  No sabía el chico con cual de las dos establecer una relación más estrecha, uno de esos noviazgos juveniles.  Se atrevió a hacer la confidencia a Felipe, depositario de sus ‘secretos de confesión’, quien le recomendó coquetear con ambas.  “No te amarres de una vez; cuando una no pueda salir, no te quedas plantado, sales con la otra; cuando una se enfurruñe, te solazas con la otra, y con el tiempo las estudias mejor y vas viendo cual es la que te conviene”.  No le gustó nada el consejito, solo decidió aplazar su decisión y frecuentarlas más para conocerlas mejor.

Después de ver la película Paterson, discutió con Cintia sobre la sosa poesía del protagonista; ella le habló del poeta modelo de este hombre, el norteamericano William Carlos Williams, cuyo estilo tampoco la convencía.  “Es de una simpleza rayana en la tontería.  Considero que la poesía debe tener algo de filigrana, invocar sensaciones que penetren el alma.  Es verdad que no son obligatorias la rima y la métrica, pero hay que evitar el desequilibrio entre los versos, entre las palabras y tiene que llevar inmersa una música sutil”.  Más bellezas le expresó la chica con mucha sabiduría y salió Marcelo encantado de la calidad de esta mujer.  También con Cintia tuvo una animada conversación, esta sobre el deporte; su significado en la formación de la persona, su aporte a la fortaleza de las sociedades, su actual explotación por las multinacionales…  Total, con las cualidades intelectuales, espirituales y los atractivos físicos de ambas, seguía el muchacho muy, muy indeciso. 

Para estudiar inglés, encontró opciones en dos  centros de excelente calidad, bien situados, con precios costeables para su padre y entró en una nueva indecisión, ¿el Ameri-latino o el International Center?  Conversando con Sofía, se enteró de que la matricularon en este último.  “Dos problemas resueltos, escojo a Sofía y el International Center”.  Clasificó para un nivel diferente, pero se hizo inscribir en el curso de ella para acompañarla (¿estar acompañado?).  No habían pasado dos semanas de clase cuando ya se le había declarado a la muchacha.

El profe de Educación Física les dio plazo hasta el viernes para escoger el deporte que practicarían durante el año.  A Marcelo le gustaban el basketball (soñaba haciendo increíbles canastas después de unos cuantos asombrosos quiebres de cintura) y el volleyball (se imaginaba enviando bolas muy altas sobre una red, con efecto, para engañar a los oponentes y, sobre todo, se veía en un juego de volley-playa distraído con las encantadoras piernas y provocativos traseros de las jugadoras).  Todavía el jueves no se decidía; por la noche buscó a Cintia, quien lo entusiasmó por el basket; “yo estoy en el equipo oficial de mi colegio y me encantaría que asistieras a los partidos en el coliseo; y siendo basketbolista, más vas a disfrutar los partidos y yo de que me veas”.  Se fue, pues, feliz el viernes a inscribirse en ese deporte.

Muy contento se sentía con su Sofía, su inglés, su deporte, pero lo empezó a buscar la Cintia; ella sabía que él tenía novia, pero esto le producía un saborcito más dulce en su empeño por conquistarlo.  El no sabía cómo escurrírsele, pero le aceptó unas pocas invitaciones por cortesía, lo que le causó dificultades con su chica; “¿le estás siguiendo la corriente a esa?” …  “¿con cuál de las dos vas a ver la película?” …  “si la Cintia te da permiso, ¿nos vamos este sábado para la finca?” …  Marcelo le pedía consejos a su amigo Valerio para quitarse a Cintia de encima;  “…deja de ser bonito y amable”.

Llegaron los días de revuelo con la selección de carreras y universidades.  Unos fantochaban con Medicina, otros se daban ínfulas con Ingeniería, los de más allá con las nuevas profesiones siglo-21.  El muchacho todavía no sabía qué le gustaba más; solo sabía que su papá y su mamá lo querían condicionar: “No te vayas a meter a Odontología, que esta profesión ya se empobreció – le decía él, que era odontólogo – con el nuevo sistema nacional de salud, los profesionales tienen que trabajar en las instituciones prestadoras por salarios mínimos”.  “Cuidado con seguir carrera de educador, para ganar un sueldo de miseria” le decía su mamá, profesora.  Comentaba con su novia y amistades: “mi papá me sugiere Ingeniería de Sistemas, dice que están pagando muy altos salarios; mi mamá, que Contaduría, porque un contador puede ponerse los ingresos que quiera con sus asesorías”.

A él le empezaban a llamar la atención las Matemáticas, la Física, la Geología y también, fruto de interesantes discusiones con Sofía y Guillermo, un amigo común, la Filosofía.  “Con cualquiera de esas carreras, vas a terminar maestreando” le dijeron papá y mamá cuando se los confesó.  No hizo caso; siguió acariciando las cuatro posibilidades, ¡pero con mayor angustia que en todas las indecisiones anteriores!  Sofía lo veía ansioso cuando salían juntos, él no le manifestaba la causa, ella tenía que hacer uso de los más imaginativos recursos amorosos para calmarlo y ‘ponerlo en sintonía’.

Una llamada de Cintia lo dejó perplejo: “entremos juntos al alma mater a estudiar Filosofía; allí hay un instituto muy reconocido, con excelentes profesores, que realiza muchos eventos con la participación de autoridades mundiales”.  ¿Cómo se enteró que él tenía esa opción?  ¿De dónde resultó interesada por la Filosofía una deportista?  Primera decisión tomada, nada de Filosofía.  “Le voy a presentar a Guillermo, para que se enganche con él”, y aprovechó la siguiente reunión de amigos para convidar a la una y al otro; los presentó y le pareció que se gustaron.  ¡Moñona!

Sofía le comunicó que le estaba gustando mucho la Física, que tal vez se inscribía para esa carrera.  “¡Qué extraño, pero qué maravilloso!  Una amante de la poesía enamorada de la Física.  No paro de asombrarme, pero si te resuelves por la Física, yo me decido por las Matemáticas.  ¿Sabes una cosa? La Física se sirve de las Matemáticas para sistematizar los fenómenos que estudia, y las Matemáticas se inspiran en la Física para proponer sus modelos.  Tu apoyada en mi y yo inspirado en ti… ¡Qué bonito!”

Ya en la universidad, cumplió sus dieciocho y tramitó su cédula de ciudadanía.  Al siguiente semestre serían las elecciones presidenciales; los candidatos ya estaban en plena campaña; sus compañeros más cercanos elogiaban sin parar a Ignacio Duarte y le insistían en darle su voto, por el progreso del país, la defensa de las tradiciones y la conservación del estatus de la clase media; pero su novia le advertía que sus propuestas coincidían con viejas políticas de anteriores presidentes que solo generaban desigualdad social y desempleo, que era el candidato de las fuerzas dominantes, sin arraigo popular y con votos amarrados por los gamonales.

A ambos, los empezaron a aleccionar los promotores de Gilberto Puerta, candidato popular, con propuestas por la justicia social, el enriquecimiento de la cultura, la educación masiva y de calidad, la salud para todos…  Estaban entusiasmándose, cuando sus amigos de semestres avanzados les hicieron ver las mañas muy criticables de dicho señor y el riesgo del desborde de movimientos violentos que podrían surgir de sectores cuestionables que lo apoyaban y generar situaciones como las de un país vecino.  Tuvieron largas discusiones, durante muchos días, indecisos entre uno y otro, hasta que en vísperas de la votación, en la cafetería de la universidad, se resolvieron por echarlo a la cara y sello; su amigo Renato, desde atrás, cazó la moneda en el aire y dijo “les toca votar en blanco”.  ¡Otra decisión tomada!  No lo pensaron dos veces y pusieron el domingo sus dos voticos blancos.

Cursando penúltimo semestre, Sofía empezó a dar clases de Física en un colegio.  La familia le sugirió a Marcelo seguirle los pasos y buscar un trabajo.  Nuevo reto para el muchacho, con nuevas indecisiones; la novia le proponía clases de Matemáticas en el colegio, su amigo Valerio le decía que en un banco necesitaban un matemático para modelación financiera y el papá le decía que lo conectaba con un conocido que trabajaba en propiedad raíz para que ganara buenas comisiones; él sopesaba oportunidades y desventajas de cada una de las opciones; dejaba pasar días y semanas sin decidirse, hasta que un día, un amigote le “confió” que había un tipo muy bien plantado y “de buena familia” coqueteándole a Sofía en el colegio y con eso se decidió de inmediato por las clases de Matemáticas para estar cerca y vigilarla.

Unos años después, Marcelo el matemático sigue en amores con Sofía la física y nada nuevo se avista.  Constanza, la prima, le indaga a Marcelo por planes de matrimonio; “no los veo”.  “¿Cómo? ¿Y es que vas a esperar que ella te lo proponga? Te veré viejo y solterón”. Ese mismo fin de semana, Marcelo le presentó el anillo de compromiso a Sofía.  Esta fingió emocionarse, por encima de la satisfacción por el éxito del plan urdido con Constanza.  Los preparativos fueron pomposos, la fiesta prometía ser todo un acontecimiento social.

El día de la boda caía una llovizna pertinaz; la humedad y el pantano deslucían todo a la entrada de la iglesia; Marcelo llegó en el carro de un amigo; al bajarse, otro vehículo que pasaba sobre un charco, lo salpicó de pies a cabeza; discutía con sus padres y amigos si volver pronto al apartamento a cambiarse por el mejor vestido que tuviera, pero no se decidía y finalmente recordó que no le plancharon su ropa las dos últimas semanas; entretanto pasaba la hora de la ceremonia y la novia no llegaba; “es tu oportunidad para fugarte, primo; ¡piérdete!” le decía su primo Pacho.  Una hora después, llegó Constanza llorando a informar que Sofía se había ido a pasar el fin de semana con su íntimo amigo Daniel Sebastián y que le sugería al novio reprogramar la boda para la semana siguiente; así tendría la oportunidad de seguir ‘indecidiendo’…

Carlos Jaime Noreña

ocurr-cj.blogspot.com
cjnorena@gmail.com


No hay comentarios:

Publicar un comentario

  Una navidad sentida La pelirroja Ángela y el rubio Daniel han salido a caminar en esta noche de principios de diciembre tibia y luminosa, ...