Vuelos turbadores
Pasa en adagio frente a mi ventana y yo me quedo en éxtasis ante su belleza y perfección y disfrutando de su fragancia. Solo le alcanzo a ver por detrás porque mientras venía de frente, más bien perfil, perdí el tiempo abriendo la persiana. Me queda la vaga idea de una cara muy linda pero alcanzo a ver un trasero, un pomposo trasero bien forrado, protuberante, de perfecta forma de melocotón, que invita a una sensual caricia, que se contonea con ritmo, va subiendo la nalga de la pierna que da el paso, se baja la de la pierna asentada, luego esta se alza y se baja la otra, se alza, se baja, se alza, se baja… y enloquezco. Y las dichas piernas (valga la expresión, son unas dichas) largas, firmes, bien formadas y bien forradas en jean, dan una imagen de solidez a todo lo que sostienen. ¿Y qué es lo que sostienen? A más del culo ya mentado un tronco esbelto hombros finos cuello de estatua griega con preciosa gargantilla y sobre él la cabeza bien proporcionada con cabellera rubia oscura llena de crespos que caen largos y relajados.
Ahora, de noche, atraviesa frente a mi ventana un ser oscuro en vuelo rasante que de súbito se remonta da la vuelta y vuelve a bajar ¿será un murciélago, un gavilán nocturno? no logro distinguir, vuelve a pasar varias veces en su extraño vuelo y termina posándose sobre una rama del arbusto del frente. Me parece que me está mirando con ojos firmes pero todo está muy oscuro quizás estoy imaginando. Lo que no es imaginario es su voz, me dice cuídate; ¿de qué?; de tus impulsos; ¿cuáles?; déjale pasar y no le sigas con esos ojos lascivos; soy libre; solo te lo advierto.
La encantadora figura vuelve a desfilar el lunes siguiente y mis ojos me halan hacia la ventana aunque yo quiera hacer caso de la advertencia anterior. Sus ojos son azules y chispeantes, me embrujan por unos segundos y siguen arrastrando hacia adelante esa escultura viva de rostro terso y sonrosado que provoca tocar, con naricita respingada que compite con unos labios gruesos incitantes pestañas largas ligeramente curvas y coquetas cejas delgadas orejitas como de concurso y un lunarcillo muy bien puesto en el cachete izquierdo. Le alcanzo a notar sobre el dorso la camiseta pegada que realza unos tentadores pezones muy bien formados el vientre plano y en su jean un marcado promontorio púbico que armoniza con los dos redonditos promontorios de las rodillas. Quedo en dulce arrobamiento embeleso encanto hechizo trastorno fascinación mareo pasmo enamoramiento.
Se presenta de nuevo el vuelo extraño al anochecer, se detiene otra vez frente a mí el oscuro engendro y me advierte no oses seguirle no es mayor tiene dieciséis; es que solo le observo no busco acercarme, seguiré el ritual todos los lunes hasta su mayoría de edad; y nada te ganarás entonces porque no es un ser humano es un ángel; puedo enamorarme de un ángel; sería el mayor pecado; ¿por qué me juzgas, demonio? Se sacude con violencia y se dispara rápido hacia el firmamento.
Seguí disfrutando de su visión todos los lunes y con progresos porque me atreví a picarle un ojo y me respondió igual, a sonreírle y me regaló una rutilante sonrisa, la que seguimos repitiendo cada semana. El extraño sombrío no dejaba de visitarme me decía recuerda que es un ángel es intocable, recuerda que es un ángel no tiene sexo y yo lo despachaba con ironías. Con argucia estimé la fecha del cumpleaños número dieciocho de mi encanto y no erré por mucho, porque me dijo aún falta un mes. Pasado ese mes me atreví a salir a cantarle el cumpleaños y proponerle que se quedara conmigo. Me lanzó una mirada triste y comenzó a alzarse del suelo frente a mí, a ganar altura sin dejar de mirarme, sin yo dejar de mirarle hasta que le envolvió una nube en un secuestro que duraría para siempre jamás.