viernes, 18 de mayo de 2018

LAS MIL Y UNA TARDES
Relato


Federico y su novia Virginia, en una tarde de holganza, estaban sentados en el sofá, hablando de lo uno y de lo otro, esperando qué programa se les ocurría para el anochecer, comentando y volviendo a comentar sobre la última película.  De pronto, Federico le dijo que iba a contarle “Las mil y una tardes”, pero no una tras otra, sino unas dentro de otras, y empezó:

Una tarde estaban Federica y Virgilio cómodos en el sofá, muy abrazados, tomando un exquisito vino con ricos pasabocas y les dio por empezar a elaborar este cuento entre ambos:  Francisco y Valeria estaban por la tarde en un café; degustaban deliciosos capuchinos con pastelitos; ya habían “repasado” todos los temas acostumbrados y estaban a punto de irse cuando vieron llegar a sus amigos Felicia y Valentín.  “Esta Felicia está engordando” dijo Valeria; “y Valentín sigue echando barriga” agregó Francisco.  Saludazo con fingidas o sinceras sonrisas, indagación por la gastritis del uno, por el atraso de la otra; por el trabajo de la una, por el hobby del otro…  “Y cuenten alguna cosita”…

Entonces, Felicia y Valentín contaron que la tarde del sábado anterior fueron a la finca de sus amigos Fabio y Viviana y hubo un juego donde la pena asignada a cada perdedor no era el ya muy desgastado despojo de prendas de vestir, sino hacer el esfuerzo de contar un cuento ideado sobre la marcha.  Que eso era muy difícil… “Por eso es una pena”.  Que no eran literatos… “Quizá surja aquí uno que no habíamos (ni se había él mismo…) descubierto”.  Total, Fernanda y Vicente, que fueron los primeros en perder una ronda, comenzaron a contar el siguiente cuento:

Los amantes Facundo y Viridiana buscando, una tarde muy tarde, un nidito de amor se extraviaron en un barrio de una lejana y fría ciudad y comenzaron a buscar con desespero como salir de allí.  Fauno y Venus pasaban por ahí, se ofrecieron a ayudarles, los llevaron a su casa a protegerlos del frío.  Después de un buen rato entre cobijas y un buen sueño, pusieron una intrigante película que encontraron sobre la mesa de noche, donde la parejita joven Friday y Viernes viajaban en una máquina del tiempo, pero solo podían llegar a los días (pasados o futuros) que fueran viernes.

Empezaron saltando al viernes anterior y encontraron a Fabio y Viviana muy concentrados pensando en las penalidades para el juego del día siguiente con sus amigos en la finca… No querían jugar a las prendas, pues ya sus amigos sabían ir llenos de pulseras, anillos, cadenas, ropa interior bajo la ropa interior, de modo que ya era imposible darse el gusto de ver a Fulana desnudita, haciéndose la avergonzada, o a Vexano malcubriéndose eso de adelante con las dos manos, todo sonrojado… 

Les sugirieron lo de los cuentos y los invitaron a viajar en su máquina una semana atrás.  Aceptaron con la condición de estar invisibles.  Se posó la máquina en el apartamento de Felicia y Valentín…  ¡Mejor que estaban invisibles! pues los sorprendieron en intensa escena de amor; Friday y Viernes querían alejarse con prudencia, pero los otros dos querían ver “la película”, así que los dejaron allí, recomendándoles esconderse bien, pues volverían a ser visibles cuando ellos partieran, y se devolvieron una semana más.  (¿Se sabrá cómo hicieron Fabio y Viviana para explicar su presencia a la amorosa pareja?).

Encontraron a Francisco y Valeria haciendo esfuerzos por salirse del cuento en que Federica y Virgilio los habían encerrado, pues no querían tener más migas con Felicia y Valentín, vaya usted a saber por qué…  Mas para romper el encanto era necesario, según los chicos de la máquina, contar un suceso real ocurrido a Federica y Virgilio.  “¿Suceso real? Nosotros no somos íntimos de ellos ni nos mantenemos fisgoneando, como para contar un chisme suyo”, dijo Francisco.  “Un momento, dijo Valeria, a mí sí me ha contado cositas Federica, pero… ¡ay! no sé…  son como muy personales”.  “Bien, decídanse, porque es la única forma de salir de su encierro literario”.

Después de una discusión en voz muy baja entre los de la pareja, se decidieron a contar lo siguiente, en voz de Valeria:  Un día estaban Virgilio y Federica muy disgustados, por alguno de esos encontrones de pareja; Federica, muy alterada, tuvo la ocurrencia de confrontarlo por una infidelidad de la que “se enteró”; él afirmó, entre ofendido y asustado, que nunca le había faltado con otra, preguntó cuál era el chisme y ella empezó con el cuento: “¿Te acuerdas de una vez que fuimos a comer al restaurante nuevo de la otra cuadra y nos atendió una chica muy trozuda y muy bonita, que no reprimiste las ganas de conversarle y preguntarle el nombre y dijo llamarse Victoria? – Bueno, ni me contestes, porque ya te veo mirándome con ojos de asesino.  El hecho es que, al rato, cuando regresaba del baño, te vi muy animado conversando con ella y guardándote un papelito.  Nada difícil saber qué numerito anotaste allí.   Cuando, en un descuido tuyo, revisé tu camisa, en el papelito figuraba un Fidel; otra nada difícil: cambiaste el nombre para evitar ser descubierto, Fidel es Victoria; Fidel Castro entró victorioso a La Habana en enero de 1959”. 

“Aplaudo a esta brillante detective, dijo Virgilio, ya develaste el secreto.  Pero lamento informarte que ‘Fidel’ es la raíz de ‘fidelidad’, a la que nunca te he faltado, y casualmente Fidel se llama el plomero que vino la semana pasada a solucionar una humedad; Victoria me lo recomendó”.  “¡Ahhh! ¿Si?  ¿Tan rápido entraste en confianza con esa desconocida, que hasta le pediste sugerencia de plomero?  ¿No le pediste, acaso, una recomendación de pantaloncillos?  Tu estrenaste unos muy a la moda esa misma semana”.  “Ya no sé qué decir; tu eres genial construyendo deducciones lógicas al estilo Sherlock Holmes, ‘Lord Shancklenton no vino ese día al club a tomar el te a las cinco, como todos los días desde hacía treinta y cinco años; por lo tanto milord estaba ese día a esa hora en la escena del crimen’.  Me doy por vencido”.  “Yo también, y sellaremos acuerdo de paz con un beso”.

“Han hecho méritos para romper la envoltura del cuento.  Quedan libres.  Ahora volveremos al futuro a tratar de sacar a Fabio y Viviana de una engorrosa situación”.

Y entonces Virgilio volvió a ser Federico, Federica volvió a ser Virginia, y se fundieron en un apasionado beso de amor.



Carlos Jaime Noreña
Ocurr-cj.blogspot.com
cjnorena@gmail.com

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