NAVIDAD CON LUCES Y SOMBRAS
Él iba andando por la calle iluminada con colores y esplendor.
Su alma solía sublimarse siempre en esta época y él quería revivir aquello este año, había ornado su aposento con luces y colores y había estado comprando algunos regalos para sus más allegados.
Le intrigaba por qué lo cubría una sombra al pasar bajo arcos luminosos y árboles llenos de bombillitos. Una niña que cruzó su camino lo llevó a recordar a la suya, ahora madura y lejana…
Lejana en el globo y ya también lejana del corazón, por decisión de ella, no de él. Su niña mimada de hace años, con la que había vivido muchos momentos felices, ahora se había empeñado en rechazarle invitaciones y reclamarle por hechos ya viejos, que se suponían superados. Los traía a cuento por causa de algún recuerdo que la asaltó en sueños y que acogió como a un amigo, pero un amigo de esos que aconsejan mal, de esos que quieren sembrar la discordia.
Lo distrajeron los cantos de un grupo musical que venía en romería y se embelesó por unos minutos en reminiscencias de todas sus edades. Volvió a ver las velitas encendidas y los chorros de diminutas estrellas que salían de unas varas encendidas que sus hijos agitaban con las manitas, volvió a ver los manjares navideños en la mesa y los chicos devorándolos con avidez, volvió a ver la mirada extraña de una madre que luego los abandonaría, mirada que en un futuro quedaría reflejada en los requiebros de una hija crecida.
Caminó un poco más por la vía embargado en esos pensamientos y cuando cruzó un puente sin luces, un espacio oscuro en medio de toda la fantasía luminosa, alzó la vista al cielo despejado y se quedó arrobado mirando el intenso brillo del planeta amarilloso que por esos días estaba en su máxima cercanía al Sol, recobró optimismo, pensó que nada estaba perdido todavía y siguió su camino con mirada clara y corazón latiendo al son del espíritu navideño.
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