sábado, 21 de julio de 2018


EL INVENTO DE NICO
Relato

En una tarde de holganza, estaba Nicolás saltando sin rumbo de una página web a otra cuando se le apareció la convocatoria a un concurso regional de innovación tecnológica y se le iluminaron los ojos.  Después de estudiar las condiciones (“¡aquí voy yo!”) se dio a la tarea de rebuscar en archivos de su computador y en papeles refundidos los diseños que dos años antes había presentado como trabajo de un curso y que el profesor no encontró novedosos ni practicables.  El estaba seguro de que la suya sí era una innovación significativa, construible, que tendría mucho impacto.  Se trataba de un dispositivo con cámara y sensores que memorizaba personas; se le podía indagar por alguien, bien con el nombre, la identificación, una foto o video y respondía si la persona se encontraba en el momento en el entorno.

Corrigió algo que había sugerido el profe, agregó mejoras que le recomendó un compañero y, sobre todo, modernizó el software con algoritmos recientes de ‘aprendizaje profundo’; al cabo de tres días de arduo trabajo, logró mandar su propuesta al concurso.  Soñaba despierto con el primer puesto, que le daba un viaje a un evento internacional en Francia para competir por el premio mundial.  En París, salía con una coqueta francesita que no lo había desamparado desde el coctel de inauguración; conocía con ella los más interesantes y los más maravillosos lugares de esa metrópoli y se divertían deliciosamente.

Unos días después, al reclamar su premio en el evento local, recibió una gran ovación y ¡oh casualidad!  Allí estaba una chica idéntica a la de sus sueños, ella le picaba el ojo, él la buscó en la fiesta de clausura, se gustaron mucho y salieron juntos a celebrar el gran triunfo; finalmente, llevándola a casa, ella le prometió acompañarlo a París…  Era solo un sueño y despertó con una amarga decepción, no sabía si por no haber ganado aún el premio o porque esa maravilla de mujer no fue real.  Siguió ansioso, consultó la página del concurso, estaba entre los cinco finalistas. Imaginó que le asignaban el primer premio y le daban instrucciones para el acto de entrega.  Su imaginación viajó de nuevo a Francia, se encontró con la muchacha y celebró que el sueño se hubiera hecho ‘realidad’.  

El día de publicación de resultados se informó de su puesto: el segundo.  Con viaje a un evento latinoamericano en Perú, para competir por el premio continental.  “Bueno,  hacer conocer mi artefacto en el continente también es gratificante; puedo gestionar un contrato con una multilatina para su producción y… seguro que también hay peruanas de rechupete!”  Pregonó el premio en su familia, a sus amigos y a sus amigas.  Tres días después, recibió una comunicación de los organizadores en que le informaban de un error del jurado; su puesto era el tercero,  se deshacían en disculpas, y doraban la píldora diciéndole que con su excelente calidad, seguramente al año siguiente ocuparía de sobra el primer lugar.  Se presentó a hacerles el reclamo, le dieron mil explicaciones, le pidieron de nuevo diez mil disculpas y remataron con “cualquiera comete un error; hasta en Miss Universo y en la entrega de premios Oscar se han equivocado”.

La gratificación del tercer puesto fue de dos millones más una cascada de elogios por su inteligente creación.  “Seguiré perfeccionando el invento y saliendo con mis amigas de la ciudad; varias me siguen la corriente”.   Poco después, se enteró de un simposio nacional en Manizales el mes siguiente; se le ocurrió que allí aprendería mucho y podría buscar la oportunidad de entusiasmar con su aparato a productores que, de seguro, estarían allí.  Decidió no invertir el dinero en fiestas y amigas, sino en la inscripción, gastos de viaje y hotel; ajustado al valor.

La noche de inauguración, moñona:  El representante de una compañía electrónica de la capital del país halló muy atractiva la descripción de su invento, le dedicó un rato largo y, además, una linda chica del comité de recepción cayó en sus requiebros y aceptó salir con él.  El segundo día, con la resaca de la inolvidable noche, apenas con esfuerzo, se logró concentrar en las presentaciones y mesas redondas; buscó mucho al bogotano, pero se le esfumó; todavía con más intensidad buscó a la manizaleña, que tampoco apareció; una chica de su entorno le sugirió buscarla con el people reminder; era infalible, decía, pero él no prestó atención a la sugerencia, ya estaba embotado.  Se escabulló pronto para el hotel y se acostó temprano.

El tercer día, muy concentrado; pero en los descansos siguió buscando a la chica; le insistieron en el people reminder y le aclararon de qué se trataba.  Le asombró que existiera un aparato como el suyo; indagó, era de fabricación alemana, con software estonio, inventado cuatro años antes; “no ha llegado a otras ciudades del país; lo tienen aquí en el teatro, en los hoteles de la ciudad, en el aeropuerto…  registra a las personas, les hace seguimiento, cuando se le indaga por alguien dice donde se encuentra, puede ser a mucha distancia, y ofrece la posibilidad de comunicarse con él”.

“¡Ese es mi aparato! Solo que alguien lo inventó dos años antes que yo”.  Olvidó Nicolás a la chica y se fue al aeropuerto a buscar un vuelo de regreso.


Carlos Jaime Noreña
Ocurr-cj.blogspot.com

cjnorena@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

  Una navidad sentida La pelirroja Ángela y el rubio Daniel han salido a caminar en esta noche de principios de diciembre tibia y luminosa, ...