miércoles, 4 de diciembre de 2019

PATRIOTAS TRASHUMANTES
Relato


Alguna  vez  le  había  dicho  a  Martín  que  podía  haber  cataclismos
en  tierras  remotas  y  sin  embargo  nada  significar  para  alguien…  
Ernesto Sábato
“Abaddón, el Exterminador”

Estrellita trabajaba en una pequeña venta de arepas rellenas.  Era eficiente en sus labores, pero tenía la mirada perdida y la expresión de aquellos que están insatisfechos con una situación que no saben cómo cambiar.  Armando llegó allí como por casualidad y le gustó la oferta del local; mucho más le gustó la chica y se volvió asiduo cliente.  Por el acento, adivinó que ella era del país vecino; se lo preguntó, por preguntar, y ella le confirmó.  “Allá no tenemos posibilidades de desarrollo; yo soy tecnóloga y pasé dos años desempleada; aquí, al menos, puedo trabajar de mesera”. La vez siguiente, la invitó a salir.  “Yo no me estoy vendiendo”.  “Esa no es mi intención; me gustas y te propongo un rato de charla y refrescos, para conocernos mejor”.

La segunda vez que la invita, vienen los besos.  Régulo, compatriota de la muchacha, los ve cuando la está dejando en la casa en que se aloja.  Es amigo de su hermano, que se quedó al otro lado; la busca para decirle “Ese hombre no te conviene; aquí están prostituyendo a las chamas; no seas ilusa, no te vayas con el primero que te hace ojitos”.

La vida sigue su marcha en la Ciudad de la Primavera; el calor de la temporada seca agobia a los transeúntes, quienes pronuncian la habitual queja “esta ciudad se volvió muy caliente ¡nos vamos a derretir!”; el ruido también pone su cuota para el estrés en las congestionadas avenidas, en cuyos cruceros intentan ganarse la vida los limpiadores de vidrios, los venteros de películas piratas y los frustrados saltimbanquis.

En el cruce de la Avenida Pobladillo, Luis toca el fagot y lo hace con maestría.  Se formó en la red de escuelas de música de aquel país.  Sus compatriotas Johnny, que estudió saxofón en el Conservatorio Superior de Música, Tomás, que se formó en violoncello y Jean Pierre, que ejecuta brillantemente la guitarra, tocan en conjunto en un miniparque adyacente a la misma avenida.  Transeúntes sensibles a la música o a la necesidad de estos exilados, les arrojan monedas y billetes de poco valor, que es inmenso en comparación con el valor de los billetes de su patria.

Armando va en el bus, de regreso del trabajo; los que suben a vender confites ya no tienen el acento tan peculiar de las comunas marginales; su entonación es la propia del país vecino; exponen su miserable caso y piden la colaboración ciudadana.  El muchacho se desprende de un pequeño billete sin aceptar la golosina y sigue absorto en la imagen de la linda Estrellita, quien le ha pedido tener la siguiente cita a escondidas.  Al parar frente a un semáforo, observa el cartel que exhiben los cuatro miembros de una familia empobrecida, también inmigrante.

El encuentro es en un cafecito alejado de la zona en donde viven, para eludir a Régulo.  Están embelesados conversando y los interrumpe un amigo de Armando, para saludarlo.  Al enterarse de la nacionalidad de la chica, le recomienda estar pendiente de la próxima feria de empleo para inmigrantes; “en la de hace unos meses ofrecieron mil doscientos empleos legales; claro que se presentaron a competir más de cuatro mil, pero tienes que hacer el intento, para que no te quedes vendiendo arepas”.  A continuación, Armando comentó que para la cosecha cafetera se estaban necesitando miles de recolectores; esto les podría servir, al menos, a los no calificados.

Los dos enamorados quedan en encontrarse el día siguiente para buscar toda la información en el computador portátil de Armando.  “Podemos buscar, no solo la feria de empleo, sino oportunidades en tu especialidad; puedes competir porque tienes tu PEP en regla”.  Aprovechan que ella tiene la tarde libre y que él puede pedir unas horas de permiso compensatorio y se dedican a buscar minuciosamente, mas saben hacer de ello una fiesta, porque el cielo está donde uno quiere; no faltan los besos, los diálogos dulces y los planes ambiciosos.

Allí cerca, Régulo salió de una entrevista de trabajo en un taller, se paró un rato a escuchar al conjunto compatriota, vio pasar a Estrella con su novio y los siguió.  Iban tomados de la mano y volando sobre las nubes, lo que puso a Régulo a todo vapor y continuó persiguiéndolos.  En un recodo, Armando atrajo a Estrellita para un beso; estaban todavía muy pegados cuando el otro la llamó a voces y la hizo estremecer.  Le reclamó por las “confiancitas” que se estaba tomando con ese “desconocido” y lo insultó delante del corrillo que se había formado.

Armando reaccionó, se giró y enfrentó decidido al intruso; este le sostuvo la mirada y le mostró los puños; el otro se puso también en posición de pelea; iban y venían los duros golpes; el corrillo crecía y las voces de aliento al uno y al otro retumbaban en toda la cuadra.  Cayeron pronto a la escena dos agentes de policía que detuvieron la trifulca y retuvieron a los púgiles hasta que llegó la radiopatrulla.  Se los llevaron, y también a Estrella, que estaba interviniendo con mucho empeño a favor de los muchachos.

En la inspección de policía, la chica miente que Régulo es su compañero sentimental, para tratar de evitar que lo deporten; de todos modos, los hacen pasar la noche allí “guardados”, incluso a la chica, porque no tiene a la mano el Permiso Especial de Permanencia.  Por la mañana, los dejan salir, tras la firma de una conminación para no enfrentarse de nuevo con violencia.  Régulo hace las paces con Armando, les desea suerte a ambos y se despide.  El chico y la chica se van caminando pensativos.

Entre tanto, los noticieros muestran que el presidente usurpador se afianza con el respaldo de potencias orientales y que al presidente que reclama el poder no le sirve de nada el respaldo de la potencia occidental.  Los ciudadanos de aquel país siguen llegando por miles, a diario, al nuestro y no son mal recibidos, en general.  La más suertuda es Estrellita, que ya tiene propuesta de matrimonio de Armando.  Y este relato va a terminar como los cuentos de hadas, con un feliz matrimonio, con gran fiesta y muchos regalos.

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